- "Dale, dale, daleeeee..."
Entonces se oyó un gran golpe y ruido de cristales rotos.
- "Ya le has dao".
El forastero indignado, salió hecho un basilisco del coche con la intención de agredir al pobre minusvalorado a quien responsabilizaba del accidente que había tenido.
Un grupo de perotes protegió al minusvalorado y recriminó la intención al forastero. Éste, rojo de ira, respondió:
- "Es que él tiene la culpa de que yo haya tenido un accidente".
A lo que uno de los lugareños contestó:
- "No, la culpa la tienes tú, por fiarte del tonto del pueblo".
La moraleja del cuento es que somos responsables de a quien ponemos al cargo de nuestro destino. Si ponemos al mando a alguien manifiestamente incapaz, no podemos después culparle de que las cosas hayan ido mal.
Espero que nos acordemos de esto en la jornada de reflexión de las próximas elecciones.
Jajaja. Precisamente por eso yo siempre digo que tenemos lo que nos merecemos, en conjunto.
ResponderEliminarEntonces, lo que tienen los argentinos ¿viene desde Evita?
ResponderEliminarYo la próxima jornada de reflexión espero no reflexionar mucho. Un suicidio no impulsivo es que es muy triste