Cuando era niño me decían que no debía hacer cosas malas porque aunque nadie me viese, Dios me veía.
A pesar de ello, y a sabiendas de que Dios me veía todo el tiempo, a veces me portaba como Dios manda, y otras veces, hacía aquello que mi libre albedrío me dictaba.
Con el sistema, o Gran Hermano orwelliano o como le queremos llamar ocurre lo mismo. No es que sea esclavo porque el sistema me vea vea. Soy esclavo porque me faltan cojones para hacer lo mismo cuando me ven que cuando no me ven. No soy esclavo porque me tengan controlado, lo soy porque tengo una doble vida.
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