Ayer recibí una llamada de la responsable de los "eekhoorntjes" (ardillitas) del Hockey and Tennis Vereniging Oranje (el club de hockey al que pertenece mi hija). La responsable estaba molesta conmigo porque mi hija no había acudido al primer entrenamiento. Se preguntaba si mi hija iba a continuar con eso del hockey en la temporada 2009-2010, porque mi hija estaba en uno de los equipos y era importante saberlo porque si no no podían formar equipo y bla-bla. El chantaje emocional típico, vaya. Le contesté que no tenía ni idea de que mi hija estaba en un equipo (el año pasado sólo había acudido a los entrenamientos, pero sin jugar partidos) y que nadie me había informado de cuando comenzaban los entrenamientos, de ahí que no hubiese acudido. Me contestó que eso es imposible porque se ha enviado un e-mail a todos los padres. También me dijo que mañana tendría un partido.
Mí hija se apuntó a eso del hockey porque una de sus compañeritas de clase lo practicaba. Otras hacían ballet. Entre el "papá, yo también quiero ballet" y el "mamá, yo también quiero hockey", su madre y yo nos quedamos con el hockey que nos pillaba más a mano de casa. Después de que descubrió que su compañerita de clase como llevaba ya un año practicando, y por venir de una familia donde el hockey es tradición, (en la mía lo más parecido al hockey que habíamos practicado fue golpear piedras con un palo) jugaba ya en un equipo mientras ella tenía que conformarse con entrenar, se desinfló un poco y le apetecía este año lo del hockey como comerse una mierda.
Miré mi cuenta de correo por si se me había colado el mensaje...nada. Miré la web del club y allí estaba el horario de los partidos. Pero todavía no sabía en qué equipo estaba mi hija. Consulté los equipos y el nombre de mi hija no aparecía por ninguna parte. Lo único que pude ver fue que el primer partido empezaba a las ocho y media de la mañana.
El sábado a las ocho estaba yo en el club, con mi hija de la mano (quien tenía la actitud de "pues como no juegues tu"). Nadie sabía nada. Allí habían muchos padres que no habían recibido mensaje alguno. Todos educadamente confusos, todos educadamente contrariados. Cabreados no había, que esto del hockey es de gente bien. Y yo, entretanto, temiendo que mi hija perteneciese a un equipo de los que jugaba fuera. Ya me veía yo volando por la autopista en dirección a Lieja, o a Waterloo, o a Wavre o Amberes. Cuando por fín encontré a la persona que me había llamado ayer y pude averiguar en que equipo estaba mi hija resultó que estaba en el único equipo que no jugaba hoy. ¡Toma castaña!
Aquello le dió a mi hija la puntilla. Ahora sí que no quería ni oír hablar de hockey. "¿Quizás quieres quedarte a entrenar con los reservas de otro equipo?, propuso la señora. -"Una mierda" contestó, afortunadamente, en español. - "¿Que dice? - "Que no le apetece" (traduje, piadosamente). - "Otro día entonces".
Estaba a punto de decirle que mi hija no quería volver nunca más, cuando la señora, agachándose hasta la altura de mi hija le propuso ver la nueva equipación del equipo. Eso, tengo que reconocer, fue muy listo de su parte.
Fuimos al almacén del club, junto a la cantina, y cuando mi hija vió las equipaciones...se enamoró. Tengo que decir que es una equipación preciosa: camiseta de color naranja y azul marino a cuarterones, una faldita negra que tiene por debajo un pantaloncillo para no dejar nada a la vista durante la carrera y medias a juego. Setenta y dos euros de nada.
Y mi hija, que tiene sangre holandesa (y castellana) en las venas: - "Pero, eso es muy caro".
Yo, que no esperaba comprar nada más que algún refresco después del partido, no tenía bastante, por lo que tuve que ir al centro del pueblo a buscar dinero en un cajero. Mi hija, ya vestida con su nueva equipación, se quedó jugando con una amiguita.
Cuando regresé, ví que la responsable, hablando con un grupo de personas, me apuntaba con el dedo. - "Éste, éste es".
- "Coño", pensé, "tampoco he tardado tanto como para que ya le haya contado a todo el mundo que debo dinero".
- "Señor, estas son las madres de las niñas de un equipo de la categoría de su hija. Les falta un jugador y me pregunto si su hija querría jugar con ellas".
Yo ví el cielo abierto: - "Claro que sí", voy a buscarla y regreso con ella"
Más fácil dicho que hecho. Porque allí habían cientos de niños, todos vestidos igual, repartidos por una extensión de 4 hectáreas. Cuando finalmente la encontré, empezó a remolonear.
-"Mira tesoro, hay un equipo que no puede jugar porque les falta un jugador, ¿querrías ayudarles?"
(Hace unos días que me dijo que de mayor quería ayudar a los demás).
- Bueeeeno.
Jugó durante media hora el partido más emocionante (para mí) que jamás he visto. Suplió con entusiasmo la falta de técnica. Ella sacó todos los saques de centro (que fueron muchos porque en el 6-0 en contra ya perdí la cuenta) y estuvo a punto de marcar un gol.
Al terminar el partido yo estaba exultante. Una de las madres me preguntó por qué estaba tan contento si habíamos perdido.
- "Hace media hora", contesté, "mi hija no quería ni oír hablar de hockey. Ahora ha terminado su primer partido, ha ayudado a un equipo a jugar y se siente importante por ello. Para mí, eso es una victoria".
- "Pues tiene usted razón".
Quien sabe, a lo mejor acaba jugando con la selección holandesa (o la española).
Me acabas de ayudar a decidir. Este curso no apunto a deportes a las niñas.
ResponderEliminarJajaja.
Vamos, con lo bien que te enseñé a decir SSSSSSSSSSSSSSPAÑA (por supuesto, con S líquida y P rotunda)y la niña va a jugar con Holanda
ResponderEliminarEn el pilón de LY acabas tú, que te lo digo yo
Ya Kikás, es que la mayoría de los jugadores de la Selección Española de hockey son catalanes. Y no se yo si Cataluña va a aguantar dentro de España hasta que mi hija tenga edad para que la seleccionen.
ResponderEliminarPor cierto, que cuando la responsable me preguntó si la niña había jugado antes a hockey, le dije que no pero siendo su madre holandesa (campeones olímpicos en féminas) y su padre español (subcampeones olímpicos en varones) estaba claro que lo llevaba en la sangre.
Me miró muy seria. Una de dos, o me toma por tonto o no tiene sentido del humor.
Bueno Gonzalo. Siempre las puedes llevar a danza clásica. Mi hija, después de una hora y media de hockey se ha pegado otra hora haciendo "pliés" y "relevés". Y al volver a casa, quería ir a montar en bici. Lamentablemente llovía y se ha quedado en casa jugando con sus hermanas a saltar en el sofá.
ResponderEliminarEs como una dinamo: cuanto más la giras, más energía produce.
Fuego "loquesea" tu sentido del humor es, digamos, peculiar. No todos pueden entenderlo, y créeme, sé de lo que hablo.
ResponderEliminarY ante tu siguiente comentario, no creas que estoy muy de acuerdo en someter a niños pequeños a una Gynkana despues de clase a ver quien aguanta más extraescolares. Luego los niños están agotados, no hacen deberes (Ya sé que el padre de la niña es un desocupado y que en último extremo hasta los hace él para que no le llamen a la niña la atención) y, como en política, buscamos los culpables en la caca, en vez de mirar un poco más alla, hacia el pañal.
¿Tú crees que mi acidez en este tu blog es bienvenida? Me da que tienes una audiencia seria y sesuda. (Lo digo por lo del sentido del humor)
En realidad no es que la señora no tenga sentido del humor. Es que el sentido del humor de los holandeses es muy diferente del sentido del humor de los españoles. Suponiento que mi sentido del humor sea típico español, suponiendo que el sentido del humor español existe, suponiendo que el pueblo español existe que ya es mucho suponer.
ResponderEliminarEn lo tocante a las actividades extraescolares de mi hija es ella la que pide más actividad. Sus palabra exactas fueron: "Papá, me gustaría conocer otras niñas en otros ambientes distintos de la escuela".
Y no es ningún frenesí extraodinario. La gimnasia y la natación las organiza la escuela y están incluidos dentro del horario escolar. Hockey y danza clásica los hace el miércoles que es el día en que las clases terminan a las 12 de la mañana y los niños no reciben deberes. Y la bicicleta será su medio de locomoción en cuanto que tenga fuerzas para subir las cuestas de hasta 10% que hay entre mi casa y la escuela. Y te puedo asegurar que yo hacía mucha más actividad cuando niño pues recorría a pata (a veces corriendo) la distancia hasta la escuela (dos kilómetros) cuatro veces al día (pues volvíamos para comer) y después del bocadillo y los deberes, me salía a jugar a la calle al "pilla-pilla", o a la pedorra hasta que se ponía el sol y en verano me metía en la piscina hasta que me salían escamas. Lo que produce malos resultados escolares no son las actividades extraescolares sino la televisión, los videojuegos y, después, el alcohol y las drogas.
La mala educación no es bienvenida en este diario, la acidez sí. En cuanto a lo que dices de la seriedad de mi audiencia, tengo identificados sólamente a tres lectores: el Jevy, Gonzalo (un sevillano empeñado en transformar la administración andaluza, o sea, Don Quijote de Itálica y tú. Quiero decir que suponiendo que el objetivo de todo diario es tener audiencia no están las cosas como para andar desanimando a algún lector por que me salga un poco ácido.
Que no se si me entiendes.
Me he estresado solo de ver cuantas cosas, cuadrantes y horarios.
ResponderEliminarSerá que la situación de desempleo relaja las meninges
Ahora sé el por qué de tus nefastos resultados académicos...por la Televisión, los videojuegos y las drogas
Bueno dos huelgas de profesores en los primeros dos años y las muchas distracciones que proporcionaba la zona Noroeste de Madrid no ayudaron.
ResponderEliminarPero no estás lejos en lo relativo a la televisión y los juegos de ordenador. Drogas, aparte del único porro que fumé en cavernas y que me hizo vomitar (mira que tuve suerte con eso), pues no.
Seguramente si me hubiera dedicado al rugby habría sacado mejores notas, ¿no?.
Pues si dedicarse al rugby no es ver una media de 10 partidos por semana aderezados con cánticos, tú me dirás.
ResponderEliminarHe visto estajanovistas con menos dedicación a una actividad, te lo aseguro