lunes, 12 de octubre de 2009

85. ¡Viva Cataluña!

No me lo han contado, que estuve allí.

Vaya por delante que estoy de acuerdo con el protagonista de esta historia en que el servicio que se da a los españoles en el Consulado Español de Bruselas es deficiente, por decirlo de una manera suave. No se atiende a más de cuarenta personas por día, lo que contando con aproximadamente 240 días de trabajo da un total de 9600 atenciones anuales. Suponiendo que cada español residente en Bélgica tenga que acudir una vez, y sólo una vez, al consulado cada cinco años a renovar el pasaporte, suponiendo que no necesita ningún otro trámite y que lo consigue a la primera (que ya es suponer), con las 9600 atenciones anuales se daría servicio a aproximadamente a 48.000 españoles. Teniendo en cuenta que en Bélgica residen actualmente algo más de 60.000 españoles, según el censo, la atención se queda un poco corta. Y eso que no contamos con la renovación del D.N.I. cada diez años, con que los menores de cinco años tienen que renovar el pasaporte cada dos, y con los otros trámites que los ciudadanos españoles residentes en Bélgica tienen que realizar.

Además, cada vez que voy al Consulado hay al menos una persona que, después de estar en cola desde las siete de la mañana, a la intemperie y perder una mañana de trabajo, no es atendido por faltarle algún requisito. Y siempre hay alguna discusión, que amenaza con llegar a mayores, en la que incluso el guardia jurado que protege el Consulado tiene que intervenir, aunque nunca he visto incidentes violentos.

Precisamente de una de estas trifulcas quiero hablar hoy. Estaba yo esperando mi turno para hacer el pasaporte de mis mellizas cuando oí la siguiente conversación, mantenida entre un ciudadano y uno de los dos funcionarios que atienden la ventanilla.

- "¿Cómo que no me atienden? He perdido ya dos días de trabajo..."
- (la voz del funcionario detrás de la mampara era ininteligible).
- "¿Que no puedo hacer el trámite aquí? ¿Que tengo que ir a España?.  Yo no puedo ir a España siempre que quiero, ¿sabe usted?"
- ¿?
- "En España" (alejándose de la ventanilla y dirigiéndose a la salida), "siempre igual con España".

Y entonces gritó: "Viva Cataluña" (así, en español).

Se hizo el silencio en la sala. Y entonces las cuarenta personas allí reunidas dejaron salir una sonora carcajada. El ciudadano, enojado, salió dando un golpe en la puerta, lo que fue saludado con más risas y comentarios del tipo: "Eh, eh, que eso es propiedad del Estado Español".

Con la cuestión de las nacionalidades estamos llegando en España a un nivel de encabronamiento que no es ni normal. El uno piensa que si en lugar de ser el consulado español fuese catalán, con funcionarios catalanes, le iría mejor. Los otros, se burlan de su rabieta nacionalista. Así no vamos a ninguna parte.

Cuando llega mi turno, me acerco a la ventanilla y me saluda el funcionario, todavía enojado con el incidente anterior. Me habla, claro está, en español...con acento catalán.

4 comentarios:

  1. A ver si era de Bilbao, que ya sabes que los de Bilbao nacen donde les sale de los cojones

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  2. No creo, porque siendo de Bilbao no habría tenido ningún problema. Y no hablo en broma. Otro día que había conseguido uno de los últimos números de la lista, el treinta y cuatro, creo recordar, llegó bien entrada la mañana un tipo, no se si de Bilbao, pero vasco fijo. Un tipo enérgico, hiperactivo, parecía de esos tipos que no se andan con tonterías. No tenía bolígrafo y le indiqué uno que había en una mesa atado con una cadenita. Nerviosamente rellenó los formularios del pasaporte de su hija, de unos quince años, que le acompañaba. Le advertí que probablemente no le atenderían, que sólo atendían a cuarenta personas por día.

    - Vale, vale. Ya veremos.

    Se acercó a la ventanilla y no sé que le dijo al funcionario que su solicitud de pasaporte se quedó ingresada esa mañana.

    Con dos cojones.

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  3. Está claro lo que le dijo: "me apellido Garagoitirrolagoitia, sé donde vives, y como no me hagas el pasaporte de la niña, por Iñaki Peruena que te rompo las piernas". Si no hay como dirigirse amablemente al funcionario de la ventanilla...

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  4. No lo sé chico, pero para mí querría yo esa confianza. Mi mujer tiene también esa actitud. En vez de rendirse antes de intentarlo porque hay una norma que dice esto o aquello, lo intenta, lo intenta y luego lo vuelve a intentar y así hasta que lo consigue, y luego de haberlo conseguido, se rinde.

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