lunes, 12 de octubre de 2009

84. El riesgo de llevarse trabajo a casa.

Mi hija C.M. recibió una invitación para ir a jugar ayer domingo en casa de una amiguita. Se lo pasaron bien y quieren repetir. Pero esto no sería en principio noticia para una entrada de mi diario si no fuera porque la amiguita se empeñó en hacerle un regalo a C.M.: un collage hecho en un papel DinA3 a cuya espalda había una lista de clientes (muchos de ellos conocidas multinacionales) de la empresa en que trabaja su padre (una multinacional de auditoría), con indicación de qué partner se encarga de qué cliente y una descripción de cuáles son las potenciales oportunidades de negocio con ese cliente (fundamentalmente las deficiencias en sus sistemas de facturación, contabilidad e imposición).

Menos mal que no trabajo para la competencia.

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