Hay mucha gente que se mete en un automóvil y pasa de ser un pacífico ciudadano a ser una fiera corrupia. Que si claxon por aquí, que si prisas, que si malos gestos, incluso los hay que se ponen histéricos y hasta violentos.
Centro de la ciudad de Toledo. Un camión de la basura se ha enganchado en un balcón. Se forma un atasco con tres autos y yo estoy en el centro. El conductor que está detrás de mí toca el claxon. Miro por el retrovisor y levanto los hombros. No puedo hacer nada. Toca el claxon otra vez. Miro por el retrovisor. El tipo señala con el dedo al lado derecho.
- "Será capullo", pienso, "la calle tiene cuatro metros de ancho y quiere que me eche a la derecha".
Toca el claxon otra vez. Le miro con cara de cabreo y echo las manos a lo alto. Hace el mismo gesto con el dedo apuntando al lado derecho.
- ¡A la mierda! le digo.
Vuelve a tocar el claxon.
- "Ya me has tocado los huevos". Salgo del automóvil hecho una fiera. Según me voy acercando veo que se va hundiendo en el asiento. A voz en grito, y puedo emitir con algunos decibelios, le digo:
- "¿Por qué coño me toca el claxon? ¿Es que no ve que no puedo avanzar?
- "No se ponga así hombre, si lo que yo quería decirle es que tiene usted la puerta trasera derecha abierta, ahí, donde está su hija".
- "¡Ah! Muchas gracias, hombre. Y perdone, perdone usted".
Es que hay mucha mala educación al volante, está claro
Siempre te dije que eras un estresado conduciendo, calvo frustrado (¿Era así?)
ResponderEliminarYo, de natural nervioso, por si no me conoces, recibí una bonita lección de un taxista madrileño (de esos que todavía pueden aguantarse) hará unos 20 años. Me dijo que él, conduciendo, era la persona más tranquila del mundo. Pasaba más de 12 horas al volante. Nervioso era un peligro con ruedas, para él y para los demás. Y 12 horas era demasiado tiempo jugando a la ruleta rusa.
Nunca lo olvidé. Si algún día vienes conmigo, verás que al volante me transformo. Me convierto en un tranquilo osito de peluche. No como cuando voy andando por la calle...