martes, 17 de noviembre de 2009

116. Entender y prevenir la violencia infantil: No.

Hace unos meses mi hija C.M. me preguntó muy seria:

- Papá, ¿por qué dices tantas veces "no"?.

Tengo que reconocer que la pregunta me pilló con el pie cambiado y no supe que contestar. Me libré por la campana porque en ese momento llegamos a su colegio.

- Te responderé esta tarde, cuando te venga a buscar.

Anduve de cabeza todo el día pensando. Debía determinar si decir demasiadas veces "no" era incorrecto y, por lo tanto, decir "no" es un defecto mío que debo corregir en la medida de mis humanas posibilidades, o bien, que era correcto decir "no", pues es una manera de enseñarle cuáles son los límites.

Cuando fuí a buscarla estaba sacando sus cromos de una carpeta que le había regalado para guardarlos. Una vez que hubo sacado todos los cromos, le entregó la carpeta a un compañerito.

- ¿Por qué le das la carpeta a S.?, le pregunté.
- Se la he regalado.
- ¿Estás segura de que se la quieres regalar? Mira que te quedarás sin carpeta.
- Sí, estoy segura.

Una vez en el coche, le expliqué que creía que decir "no" era mi obligación para que supiera donde estaban los límites que no debía traspasar. Pareció entenderlo aunque no le gustó la idea.

- Papá, ¿me compras otra carpeta para los cromos?
- No cariño, te he advertido antes que si le dabas tu carpeta a S. te quedarías sin carpeta.
- Sí, ya lo sabía, pero...
Y empezó a llorar.

Cuando se tranquilizó, le pregunté:

- ¿Por qué le regalaste la carpeta a S. a pesar de que te dije que te quedarías sin carpeta?
- Es que me dijo que si no le regalaba la carpeta no me invitaría a su cumpleaños.

"Joder" -pensé para mis adentros- "esto va a ser una lección difícil".

- "Pero si S. nunca te invita a su cumpleaños" (Normalmente, los compañeros de C.M. invitan a su cumpleaños sólo a niños de su propio género).
- "Ya lo sé, pero es que me lo pidió muchas veces"
(Reconozco que me entró el pánico, imaginando que dentro de unos años, alguien insistirá mucho en que C.M. fume, o use drogas, o cometa un delito, o tenga sexo prematuramente).
- "Pues entonces, tienes que decir no".
- "¿Y cuántas veces tengo que decir no?"
- "Tantas como sea necesario".
- "Pero, eso... es muy difícil".

Sí, decir "no" es muy difícil. Pero no es mucho más difícil que saltar a la comba, o jugar a hockey, o nadar, o montar en bici, o leer, o escribir. Es una cuestión de entrenar lo suficiente.

Y entonces me dí cuenta de que mi obligación como padre no es sólo decir "no" a mis hijas, sino también enseñarles a decir "no". Y para eso tienen que entrenarse mucho. Y el primer lugar donde se deben sentir seguras para entrenarse a decir "no" es en casa. Y la primera persona con la que se deben sentir seguras a la hora de decir "no" es conmigo.

Escuchar que tu hija de seis años te dice "no" (y envainartela) es difícil. Es más, es un arte. Pero es absolutamente necesario para garantizar que el día de mañana puedan defender su parcela de libertad.

2 comentarios:

  1. Querido Fuego, sólo te pondría un pero, que además no es tal, sino un complemento.

    A esta entrada le falta en el título una referencia a la violencia infantil. Creo sinceramente que una de las causas principales de la misma (y de la violencia juvenil, y luego de la adulta) es el no saber decir no a los niños, y como bien apuntas, no enseñarles a que lo digan ellos.

    Además una cosa creo que lleva a la otra. Si al niño nunca le dicen no, él no tendrá el modelo de conducta para hacerlo él.

    ResponderEliminar