miércoles, 4 de noviembre de 2009

109. Los consejos del dentista de mi suegro.


Creo que era Enrique Jardiel Poncela quien decía que lo bueno de ser dentista es que digas lo que digas siempre dejas al cliente con la boca abierta.

Mi dentista me revisó los dientes hace seis meses y me dio la enhorabuena. Hacía mucho tiempo que no encontraba un dientehabiente en el que no fuese posible encontrar restos de sarro. Esto lo debo a mi suegro, que en gloria esté, que nos envió a toda la familia las recomendaciones de su paradontólogo, el doctor Manschot. Decía mi suegro que en ninguna profesión había encontrado a nadie que fuese más fanático de su trabajo y que cada vez que se lavaba los dientes se acordaba de él.

Dice el doctor Manschot que "un diente es un trozo de marfil y como tal puede picarse, pero esto no tiene mayor importancia. Un empaste y todo solucionado" (y entre 40 y 60 Euros al bolso, ¿verdad doctor?). "Claro está que por razones estéticas no está de más limpiar los dientes para que se vean blancos y bonitos pero eso no es importante. El peligro está en que haya sarro en la proximidad de las encías. El sarro en las encías puede provocar la proliferación de bacterias que producirán una inflamación que acabará por dañar la encía haciendo necesaria la extracción del diente. Y eso ya no se arregla con cuarenta euros.

Próxima entrada: "El método de contacto del doctor Manschot".

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