viernes, 21 de agosto de 2009

Hablar de política.

Habitualmente cuando hablo de política, hablo de lo que éste o aquel político ha hecho mal o de lo que éste o aquel debería hacer. Incluso digo que la política es tan mala, tan mala que puede convertir a una madre en suegra.

Pero como he iniciado este diario para descubrir lo que yo puedo hacer para mejorar este mundo, tendré que asumir, al modo de los Alcohólicos Anónimos, mi responsabilidad y aceptar que:

"Me llamo Fuego Negro, y soy un fanático".

Como la inmensa mayoría (calculo que seremos entre veinte y veinticinco millones en España), he votado en todas las elecciones la misma opción política. Lo he hecho en las elecciones generales, en las autonómicas, en las municipales y en las europeas.

Los políticos saben que yo como la mayoría de los votantes, soy un fanático. Saben que, hagan lo que hagan, no cambiaré mi voto. Por eso no se esfuerzan por el bien común sino que irán "a lo suyo" y, como mucho, intentarán tener contentos a sus partisanos, esperando que los escasos, pero decisivos, votantes indecisos (los no partisanos) caigan, por casualidad, de su lado, o que un grupo numeroso de los partisanos de los otros decida, vaya usted a saber por qué, no ir a votar. Este partisanismo ha sido fomentado por los partidos políticos porque facilita su trabajo al no tener que convencer todo el puñetero tiempo a todos los puñeteros españoles de las bondades de su puñetera opción política. Esto no quiere decir que los partidos políticos sean los únicos responsables de que yo sea un fanático, al igual que el vendedor de libros no es el único responsable de que yo me haya comprado una enciclopedia de veinte tomos que casi nunca uso.

Pero si esto fuera poco para convencerme de que debo abandonar mi fanatismo hay una ventaja adicional: La rigidez de pensamiento lleva al sometimiento mientras que la flexibilidad de pensamiento lleva a la libertad, a la independencia personal y al poder del pueblo que es, en definitiva, la definición de democracia. Para entender esto sirva un ejemplo:

Los partidos políticos más votados de la reciente historia española son el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular. En teoría, por lo tando, estos partidos deberían ser los que hubieran tenido el mayor impacto sobre la sociedad española moderna y sobre la forma de organizar España. Sin embargo, la historia reciente de España ha estado más influenciada por la flexibilidad de CIU y PNV. Estos partidos han sabido aprovechar que consiguieron mantener en la transición el sistema de elección de diputados por provincias (en lugar de una elección a escala nacional). Esto les otorga una desproporcionada (respecto de los votos conseguidos) presencia en el Congreso de los Diputados, por lo que apoyando a unos o a otros según convenía, han tenido la posibilidad (poder) de diseñar a su conveniencia el marco actual de descentralización administrativa de España, que hace que, de facto, aún no de derecho, España sea una confederación y Cataluña y País Vasco, países independientes.

Si quiero que los políticos cambien y se preocupen por el bien común tengo que votarles por lo que hagan, propongan o prometan y no por quien fusiló a mi bisabuelo en agosto de 1936. Si eso, además, lo hacen los demás ciudadanos, los políticos tendrán un incentivo en buscar el bien común de los mismos y no sólo el de sus partisanos.

3 comentarios:

  1. Cachis... voy con prisa pero siempre he dicho que el principal causante de la ruina moral de la clase política española son los hooligans, los que siempre votarán a "su" partido haga lo que haga...

    Yo tengo menos cargo de conciencia: Jamás ninguna de las opciones que he votado en generales, europeas o autonómicas ha obtenido ni medio escaño...

    Saludos.

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  3. Así que tú debes ser de los que se leen los programas y luego votan en conciencia.

    Como haya muchos como tú, este país se va a volver ingobernable (no lo verán mis ojos).

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