Después del día más caluroso de la historia de Bélgica desde que se empezaron a registrar las temperaturas allá por los años cincuenta (35 grados Celsius que en Córdoba, pongamos por caso es la temperatura media del verano, pero por aquí no lo han visto ni los más viejos) ha caído un chaparrón tan intenso como necesario.
Y me he dejado empapar por esa lluvia, hasta la goma de los calzoncillos, al cántico de ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan, que sí, que no, que caiga un chaparrón...
Y mis hijas, que aún no saben que en esta parte del mundo esto no es normal han reido y aplaudido mucho la ocurrencia.
Tengo entendido que los habitantes del Sudeste Asiático y de África hacen esto cuando comienza la temporada de las lluvias.
Ahora les entiendo.
Ooooooooooooh qué gustazo dejarte empapar por un buen chaparrón veraniego...
ResponderEliminarNo es la primera vez que me mojo en un chaparrón. Es sólamente la primera vez que lo disfruto. Algo así como Anthony Hopkins en Instinct (creo que se llamaba así la película), pero sin pelo.
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