jueves, 13 de agosto de 2009

21. Lecciones fáciles de aprender

De mi cuaderno.

Cuando veo que niños inocentes son asesinados, buenas personas a las que amo, mueren tras una larga enfermedad, o alguien que estimo sufre una deformidad, pienso que esto no tiene nada que ver con el error o la culpa. Son las lecciones que he de aprender conforme al plan divino que elegí desarrollar antes de comenzar esta vida. En ese plan divino está la mujer que me acompaña, los amigos que me quieren, los enemigos que me odian, los bienes de que disfruto, la riqueza que perdí por mis errores y los errores de otros, la artrosis y el reumatismo, la risa (y el llanto) de mis hijas, el bien que he hecho y el mal que he causado, el síndrome de tunel carpiano, y los días en que mi suegra está inaguantable. Y entonces me acuerdo de que una vez leí (o tal vez lo soñé) que venimos aquí a aprender estas lecciones para realizarnos en tanto que seres espirituales y que debemos seguir este plan a este nivel hasta que estemos listos para pasar a otro nivel. Así almas nuevas aprenden viejas lecciones como un niño que va a la escuela y almas viejas aprenden nuevas lecciones, como un perro viejo aprende nuevos trucos.

Por eso cada vez que me enfrento a una tribulación me pregunto: ¿cuál es la lección que tengo que aprender aquí? Y cuando el sufrimiento es grande me consuelo sabiendo que yo elegí, en algún momento, antes del comienzo de esta vida, esta lección por algún propósito y que, seguramente, es lo mejor que me puede pasar para mi crecimiento espiritual. También recuerdo que lo mío no es nada comparado con lo que tuvo que sufrir mi bisabuela, que perdió a ocho personas de su familia (incluidos su marido y cinco de sus hijos) en Agosto de 1936, asesinados por "los otros" o con lo que padeció mi abuelo, que hubo de añadir a la desgracia anterior la muerte de su hijo con diecisiete años. O con lo que actualmente sufre una de mis primas, que perdió a sus primeros dos hijos (mellizos) al poco de nacer, el tercero de sus hijos es "minusvalorado", el cuarto murió de cáncer y vé como ahora, su marido, también cae enfermo con un tumor. Y aún tiene buen sentido del humor, a veces.

Así que no puedo más que estar agradecido no sólo por los alimentos que ingiero, y por la salud y la abundancia de que disfrutamos en mi familia sino también por lo fáciles que son las "lecciones" que tengo que aprender.

1 comentario:

  1. Fuego Negro: tu comentario y tu columna me han sido de mucha ayuda, ya que la verdad que es que a veces me siento frustrado como hombre por ya no ser - después de más de 20 años de serlo - el sustento de mi familia.

    Por ver como mis proyectos se destriozan por la cobardía y la apatía de mediocres, que aunque lo sean son vitales para mis planes.

    Sin embargo como tu bien lo mencionas, hay que darle gracias a Dios por lo que tenemos y somos y como decimos en Panamá "Hay que echar pa'lante", así que eso es lo que estoy haciendo.

    Me siento raro dándole las gracias a alguien llamado "Fuego Negro" pero lo hago: ¡GRACIAS!

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