lunes, 29 de marzo de 2010

177. Luisa está fatal.

Dice Juan que Luisa está fatal. Que cree que como siga así, se va a morir cualquier día por el abandono al que la somete el canalla de su padre. Juan lo dice con emoción en la voz, con la mano en la barbilla y meneando la cabeza. Juan quiere mucho a Luisa, como yo. Pero probablemente ustedes no conocen a Luisa así que se la presentaré:

Luisa es hija de Don Carlos, un profesor mediocre más interesado en la política que en la docencia. Su nombre nunca aparece en las listas de los mejores profesores. Él dice que lleva muchos años dando clase y que da clase a muchos estudiantes y que trata por igual a los estudiantes que a las estudiantas y que eso es más importante que la calidad de su enseñanza.

Luisa es tan bonita que dicen que ganó un premio de belleza cuando era niña. Además de ser bonita, tiene un intelecto brillante, su conversación es entretenida, tiene talento para el deporte, para las ciencias, para el teatro y la música. Es la amiga que todos querríamos tener, aunque nos cuesta conformarnos con su amistad. Es cierto que busca con frecuencia emociones fuertes, le gusta la juerga y, a veces, es demasiado orgullosa, lo que le gana no pocas enemistades. Hay incluso quien dice que es una estirada y una facha, pero a nosotros, que la conocemos bien, eso nos hace mucha gracia.

A Don Carlos le molesta que Luisa sea tan orgullosa. Le molesta además que, desde pequeña, fuese tan femenina y que quisiese jugar sólo con muñecas y no jugase también con trenecitos y coches de carreras, porque eso no encaja con su visión progresista de la educación. Siempre estuvo claro que Don Carlos no quiere a Luisa como es sino que quiere transformarla en su visión ideal de mujer. Con frecuencia la llama anticuada, estirada y cosas peores. Para doblegar su orgullo, se ha negado a darle dinero, no la deja salir a la calle y ha suspendido su suscripción al gimnasio. Nunca la alimentó bien pero últimamente, como Don Carlos es aficionado al bricolaje, empezó una obra en la casa que no termina nunca,  por lo que Luisita tiene que comer siempre fuera y en restaurantes baratos porque no le da mucho dinero. Hay habitaciones de la casa, en las que no se puede ni entrar. Luisita está cada día más triste y de peor salud porque hace menos deporte y ya no toca el piano ni hace teatro ni tiene ganas de nada. Se da cuenta de que su padre no la quiere y por ello sabe que, haga lo que haga, a Don Carlos no le parecerá bien

A principios de este año, Luisita ha escuchado una conversación en la que Don Carlos dice que no sabe que hacer con ella. Y es que Don Carlos no lo tiene nada claro: un día se levanta y se le ocurre que debería someterla a terapia, “para mejorar su carácter”; otro día, la quiere apuntar a un “curso de excelencia”. Hay quien dice que quiere deshacerse de ella, casándola a la fuerza con el que mejor dote ofrezca.

Y dice Juan que esto último fue la gota que colmó el vaso. A principios de Marzo, Luisa salió a la calle sin maquillar y sin peinar e insultó a Don Carlos delante de todo el mundo. La prensa publicó los insultos y las amenazas y dicen que lo zarandeó, lo que no es cierto. En realidad, Don Carlos dice que lo zarandeó, pero nadie lo ha visto. Poco después, los compañeros de Don Carlos (otros mediocres que tampoco salen en ninguna lista de los mejores profesores) emitieron un comunicado de apoyo, condenando la actitud violenta de Luisa.
Pero entonces se vio también el lamentable estado en que Luisa se encuentra y esto ha puesto en un aprieto a Don Carlos. Y, de repente, todos hablan de Luisa: unos dicen que Luisa es una pija (sí, he vuelto a leer panfletos) con síndrome de adolescencia prolongada, que si eso le pasa por orgullosa, que si es una retrógrada que debería adaptarse a los nuevos tiempos, que si es una niñata bien de provincias, que si Don Carlos debería domarla, que si debería echarla de casa. También hay quien dice que debería dejarla ser como es, pero esto sólo lo dicen los que conocen a Luisa. Y los empleados de la casa, que no se si la quieren o no, pero que probablemente temen por su trabajo, dicen que las cosas están bien como están. Don Carlos dice que va a castigarla por mala.

Ayer, Don Carlos, prometió que a partir de hoy cuidará mejor de Luisa. Ya veremos.

Ay, Pobre Luisa, me pregunto que ocurrirá cuando las luces se apaguen y la prensa se ocupe en otras cosas.

Don Carlos es la Universidad Complutense (o, al menos, eso se cree él), Luisa son los Colegios Mayores de Fundación directa de la Universidad Complutense.

Postdata número 1: Todos dicen lo que habría que hacer con Luisa. Pero nadie dice qué habría que hacer con Don Carlos.

Posdata número 2: Que nadie interprete que digo que Don Carlos Berzosa (como personalización de la Complutense) es un canalla. Lo que yo digo es que si Don Carlos Berzosa (como personalización de la Complutense) fuese "Don Carlos" y los Colegios Mayores de Fundación Directa de la Universidad Complutense fuesen "Luisa" y "Don Carlos" tratase a "Luisa" como Don Carlos Berzosa trata a los Colegios Mayores de Fundación Directa de la Universidad Complutense, todo el mundo estaría de acuerdo en que "Don Carlos" es un canalla y "Luisa" sería aclamada como una víctima de la opresión paterna. Lo digo como traducción para quienes no parecen querer entender la situación.

Postdata número 3: Ahora que "Luisa" ha perdido perdón a papá "Don Carlos", espero que "Don Carlos" tenga la gallardía de pedir perdón a "Luisa" por el lamentable estado en que la ha tenido y por el desprecio con que la ha tratado y sigue tratándola. Porque enrocarse en el "Luisa me ha empujao" para justificarse por el abandono en que están los Colegios Mayores de Fundación Directa de la Universidad Complutense es un camino demasiado demagógico y demasiado fácil.

1 comentario:

  1. Siempre te dije, fuego ignífugo, que a pesar de tus buenas intenciones no se te entiende nada.
    Y del modo como se la pillan los de la Universidad Complutense de Madrid, dirán que no lo dices por ellos, que a ellos no les nombras.
    Que soy más bruto, pero creo que se me entiende clarito clarito.
    Y tu...más....gongorino, pongámonos a decir

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