Cuando yo era un niño e iba a campamentos, los monitores me decía que era mejor no quejarse por dos razones: la primera, que no me iba a servir de nada; la segunda, que mi queja mina la moral de los otros y les da "permiso" para quejarse también.
En el diario holandés AD en su edición de Rotterdam, habla Vincent Bijlo sobre los recortes propuestos por el Gobierno para reducir el déficit público del Reino de los Países Bajos. Dice que en los Países Bajos, todo el mundo se queja antes de que le peguen y continúa quejándose, aunque no le vayan a pegar nunca. Dice que después de que se ha empezado a hablar de las posibles (insisto: posibles) áreas en los que se podrían realizar recortes presupuestarios salieron "víctimas" por todas partes. Ancianos que se sienten heridos, furiosos propietarios de viviendas, beneficiarios de viviendas sociales, profesores estresados, amas de casa llorosas, parados... todos temiendo perder su subsidio. En resumen, un tsunami de quejas ha inundado los Países Bajos.
Y para poner fin de una vez por todas a los lamentos y a las protestas, la comisión Bijlo propuso financiar una parte considerable de los ingresos del estado mediante una tasa sobre las quejas y otra sobre los lamentos y gravar con impuestos a los llorosos, los calimeritos y los quejicas. Propone además, que el impuesto sea progresivo, es decir, que cuanto más te quejes, más pagues en proporción
Justo después del lanzamiento de este extraordinario plan, explotó una tormenta de críticas. A la gente le pareció un plan estúpido, escandaloso, irreflexivo, injusto, ridículo y absolutamente contrario al derecho de expresión, además de que costaría al muy trabajador y honrado contribuyente neerlandés miles de euros cada año.
Y sin embargo, estas protestas son la mejor prueba de que este nuevo sistema impositivo funcionaría estupendamente. Bijlo calcula que, si el sistema ya hubiera estado introducido, solamente en el tumulto que siguió a la conferencia de prensa en el que se anunció el mismo, habría recaudado el gobierno cerca de 900 millones de euros.
Vincent Bijlo es un cabaretier, un monologuista, un humorista, en definitiva, por lo que no pretende que tomen demasiado en serio lo que dice, sino invitar a pensar a quienes lo escuchan o leen.
Pero que bien nos iba a venir un sistema impositivo así en este país de ñoños llamado España. Al fin y al cabo pocas cosas iban a cambiar en lo que a la distribución impositiva se refiere. Las clases medias y los trabajadores por cuenta ajena seguirían pagando más que nadie y los pobres y los ricos, que se quejan menos, pagarían poco en relación a su renta. Los pobres se quejan pocos, porque, como decía el monitor de mis campamentos, no les sirve de nada. Los ricos se quejan poco no porque tengan menos razones para quejarse dado que son ricos, sino que en realidad es al revés: son ricos porque dedican poca energía a quejarse por todo y mucha a encontrar una solución a sus problemas.
Creo que este último párrafo, pronunciado por la ministra de Economía y Hacienda días después de implantar el nuevo sistema, recaudaría más que la subida del IVA.
Te lo recordaré la próxima vez que te me quejes por cualquier bobada, como es costumbre
ResponderEliminarEn este país nos estamos acostumbrando a que Papá Estado nos subvencione todas las actividades. Todo en su justa medida está bien, pero esa costumbre está minando las iniciativas y los incentivos para avanzar.
ResponderEliminarLo que denuncias es grave, Javier. Pero lo más grave es que, a cambio, Papá Estado nos trata como a niños. O sea, que el día en que a Papá Estado se le inflen las narices de escuchar nuestros lamentos de niño mal criado, no le doleran prendas de decirnos: "Tú te callas y te comes la sopa". Y como no sabemos cocinar, nos tendremos que comer la sopa,nos guste o nos guste.
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