jueves, 18 de marzo de 2010

171. Miguel Delibes (y Miguel Delibes).

Uno de los inconvenientes de no leer prensa española es que me entero de las noticias importantes con mucho retraso. La semana pasada murió Miguel Delibes Setién, autor del primer libro de que tengo consciencia de haber leído, "Las Ratas", que leí con nueve años (un poco duro para esa edad, pero la semana pasada, leyendo la Biblia para mi hija de siete años, me dí cuenta de lo crudo que es ese libro) y de, por lo menos, otros sesenta libros. Dice NRC (periódico holandés) que escribió con crudeza y con pasión. Miguel Delibes fue un enamorado de Castilla, lo que no le impidió, o precisamente por eso, retratarla con toda su miseria. Apasionado de la caza y ecologista (ah, ¿pero se pueden ser ambas cosas a la vez?) dedicó su último pensamiento literario al futuro de la raza humana en el libro "La tierra herida: ¿qué mundo heredarán nuestros hijos?" escrito junto con su hijo Miguel Delibes Castro, biólogo del Parque Nacional de Doñana, probablemente el mayor conocedor del lince ibérico y colegial del Colegio Mayor Universitario Jiménez de Cisneros (sí, ese que la Complutense quiere cerrar).

Descanse en paz.

4 comentarios:

  1. La principal causa por la que no se puede ser cazador y ecologista, fuego ignífugo, es que los cazadores siembran el campo (o lo han hecho hasta hace muy poco, cuando la ministra Narbona, la única real ministra de Medio Ambiente que ha tenido España) de plomo, un metal pesado que entra en la cadena trófica de alimentación de los animales de los campos sembrados de perdigones de los cartuchos.
    Y no hablemos de los cazadores que se hacen traer (no es gente pobre, precisamente) animales en extinción de África y Asia para darse el placer de cazar un León o un tigre pero sin correr el peligro de coger enfermedades tan simpáticas como el paludismo y otras peores. Que en una macrofinca de Castilla La Mancha se cazan como un señor un par de tigres de Bengala.

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  2. Para los bobos de baba:
    Un buen cazador (como en todos los gremios hay buenos y malos, y por eso no hay que descalificar al gremio) es ecologista por naturaleza, y nunca mejor dicho.
    Porque si no conserva lo que tiene, el año siguiente se joderá en el sofá en vez de madrugando y pisando campos de cereales recien segados.
    Y yo, que de pequeño cacé mucho con mi padre, sé lo que me enseñó.
    ¿Del Cisneros? ¿Del Cisneros has dicho? "Si esos son unos señoritos bien de provincias", un Vicerrector de la Complutense dixit hará menos de un mes

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  3. ¿Señoritos bien de provincias? ¿Y lo dijo el Vicerrector de extensión universitaria (a él se supone que le corresponde hablar de Colegios Mayores) o algún otro?

    ¡Quiero nombres! ¡Que a mi amigo Charro o a mi amigo Troski no le llama señorito bien de provincias ningún vicerrector de tres al cuarto!

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  4. Dos cosas, cada cual es responsable de sus amistades, y en ellas se califica él mismo.
    La segunda, deje de estar en huelga de lectura de prensa española o pásese a tomar un botellín en los oráculos en los que solía, correo electrónico mediante, con más de uno y más de dos de los que todavía no le han retirado el saludo, entre los que increiblemente, y seguramente debido al síndrome de Estocolmo, me incluyo, y déjese de exigencias, que de este modo se enterará usted solito sin faltar a nadie

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