lunes, 19 de octubre de 2009

94. ¡Que me escuches, hombre!

Escuchar.


Cuando te pido que me escuches,
y empiezas a darme consejos,
entonces no has hecho lo que te he pedido.


Cuando te pido que me escuches,
y empiezas a explicarme
porqué no debería sentirme así,
entonces pisoteas mis sentimientos.


Cuanto te pido que me escuches,
y te sientes obligado a hacer algo
para resolver mi problema,
entonces, por extraño que parezca,
me estás fallando.


Pero cuando simplemente aceptas
que yo siento lo que yo siento
con independencia de si ese sentimiento está bien o mal,
entonces puede dejar de intentar convencerte
y puedo empezar el trabajo de intentar comprender
que es lo que esconde este sentimiento.


Anónimo.

Porque escuchar es oír lo que el otro ha dicho, en lugar de oír lo que piensas que el otro ha dicho, y mucho menos oír lo que piensas que el otro va a decir y aún menos oír lo que piensas que el otro debería decir.

¿Cuántas veces empiezo a hablar de mí mismo cuando otro me cuenta algo?, ¿cuántas veces lo interrumpo y empiezo a contar mi propia historia?,  ¿cuántas veces interpreto lo que significa (o lo que oculta, o lo que en realidad quiere decir) la persona que me está hablando?, ¿cuántas veces interrumpo porque ya sé lo que me va a decir y completo la frase que el otro ha comenzado?,  ¿cuántas veces mi pensamiento está en otra parte mientras el otro habla? y ¿cuántas veces reacciono en función de lo que yo pienso que el otro dice, en lugar de según lo que en realidad está diciendo?.

¡Vaya manera de escuchar que tengo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario