Alucinante el anuncio de un vehículo (no me preguntéis de cual, que a tanto no llega mi curiosidad) que he visto en una calle de mi pueblo belga. En él se ve a un chaval vestido de delincuente norteamericano (o sea, con la bragueta a la altura de las rodillas) que dice: "Papá, si me coloco el pantalón en su sitio me compras un...(modelo del vehículo en cuestión)".
Cojonudo, oye, perdónenme la expresión. Quizá como anuncio no valga mucho y no sé si venderá muchos coches, pero como viñeta no tiene precio. Es un auténtico retrato de dos generaciones. La de los niños que hacen lo que quieren hasta que ven la oportunidad de ejercer su derecho a recibir una gran recompensa a cambio de un mínimo esfuerzo y la de los padres que van pagando a golpe de crédito fácil (fácil cuando se firma, menos fácil cuando se paga) la deuda de afecto, presencia, estructura, educación y disciplina que tienen con sus hijos.
Cojonudo, oye, perdónenme la expresión. Quizá como anuncio no valga mucho y no sé si venderá muchos coches, pero como viñeta no tiene precio. Es un auténtico retrato de dos generaciones. La de los niños que hacen lo que quieren hasta que ven la oportunidad de ejercer su derecho a recibir una gran recompensa a cambio de un mínimo esfuerzo y la de los padres que van pagando a golpe de crédito fácil (fácil cuando se firma, menos fácil cuando se paga) la deuda de afecto, presencia, estructura, educación y disciplina que tienen con sus hijos.
En fin...
Dos cuestiones: una generación que sólo hace si tiene recompensa inmediata y mal anuncio si no te acuerdas del producto.
ResponderEliminarUn abrazo
Recompensa inmediata y normalmente desproporcionada al esfuerzo realizado es lo que espera esta generación de la que hablamos. Nuestros padres (sus abuelo) sufrieron la misma desproporción, aunque en sentido inverso: un enorme esfuerzo para una recompensa pequeña y tardía, la de ver que sus hijos tenían una vida mejor que la que ellos habían soñado.
ResponderEliminarY no estoy de acuerdo. El anuncio es bueno (probablemente ganará algún concurso, jaja), pero no sirve a los fines para los que fue creado (o al menos para lo que quiso que sirviera quien lo pagó), es decir, hacer que el pagano consiga más clientes o una mayor cuota de mercado.
Me daba una hostia mi padre al verme con esas pintas que me estorbaba el cielo para dar vueltas.
ResponderEliminarPero ya sabes, es que nuestros viejos eran unos fascistas (Más el tuyo que el mío, por cierto)
Está bien visto, aunque no comparto tu última apreciación, cuando dices y la de los padres que van pagando a golpe de crédito fácil (fácil cuando se firma, menos fácil cuando se paga) la deuda de afecto, presencia, estructura, educación y disciplina que tienen con sus hijos
ResponderEliminarNo creo que vayan pagando esa deuda. Lo que pretenden es suplir la deuda con caprichos y dinero, creando entonces una deuda mayor. Porque son tan imbéciles que creen que poniendo pasta, coches y caprichitos, lo demás no tiene importancia.
Luego vienen los "pero ¿porqué mi niño?".