Ya sé que, a estas alturas, que yo diga que me acabo de dar de alta en Facebook, y que acabo de comprender por qué Facebook tiene tanto éxito os sonará a muchos de vosotros como si os dijera que me acabo de enterar de que se ha muerto Franco. Una amiga holandesa me ha enviado por correo electrónico una invitación para hacerme ¿miembro?, ¿socio? de Facebook y he caído en la trampa.
El hacerme miembro de Facebook ha sido como como bajar al sótano a abrir esas viejas cajas llenas de cosas que nunca usas, dispuesto a tirarlas todas y descubrir que hay muchas que, aunque hace años que no las usas, en realidad no las quieres tirar porque tienes un enorme lazo emocional con ellas.
Entre las "cosas" que he encontrado en Facebook está G. que está, como hace veinticinco años, hablando de musica, haciendo apología del laicismo y culpando a las religiones de todos los males del mundo (hay cosas que no cambian), y a P. que cuelga en FB una inspiradora cita cada día para que sus amigos de Facebook la comenten, y a R. que es ahora un algo cargo en una multinacional y a...
Y también otros cientos de personas cuyos nombres me suenan y otros de los que no me acuerdo para nada, aunque parece que en algún momento de mi vida me cruzé con ellos quizá en un seminario o en una excursión, o en la Universidad y que probablemente se acuerdan de mí como yo me acuerdo de ellos. Un recuerdo vago, como esa foto que acabo de encontrar en una de las 140 cajas en las que cabe toda mi vida ahora en el sótano de mi nueva casa de alquiler y en la que aparecen caras que ya no tengo ni puñetera idea de a quien corresponden.
En fin, mudanza y nueva membresía en Facebook. Y aparecen todas aquellas pequeñas cosas
El hacerme miembro de Facebook ha sido como como bajar al sótano a abrir esas viejas cajas llenas de cosas que nunca usas, dispuesto a tirarlas todas y descubrir que hay muchas que, aunque hace años que no las usas, en realidad no las quieres tirar porque tienes un enorme lazo emocional con ellas.
Entre las "cosas" que he encontrado en Facebook está G. que está, como hace veinticinco años, hablando de musica, haciendo apología del laicismo y culpando a las religiones de todos los males del mundo (hay cosas que no cambian), y a P. que cuelga en FB una inspiradora cita cada día para que sus amigos de Facebook la comenten, y a R. que es ahora un algo cargo en una multinacional y a...
Y también otros cientos de personas cuyos nombres me suenan y otros de los que no me acuerdo para nada, aunque parece que en algún momento de mi vida me cruzé con ellos quizá en un seminario o en una excursión, o en la Universidad y que probablemente se acuerdan de mí como yo me acuerdo de ellos. Un recuerdo vago, como esa foto que acabo de encontrar en una de las 140 cajas en las que cabe toda mi vida ahora en el sótano de mi nueva casa de alquiler y en la que aparecen caras que ya no tengo ni puñetera idea de a quien corresponden.
En fin, mudanza y nueva membresía en Facebook. Y aparecen todas aquellas pequeñas cosas
Bueno pues paciencia con la mudanza... y con el FB.
ResponderEliminarFuego Infausto...
ResponderEliminar¡¡¡¡Que el FB me ha dicho que somos amigos!!!!
¿Ves como sirve para algo? Nunca nadie nos lo había dicho...(Y yo siempre tuve la duda, para qué vamos a engañarnos)
(Por supuesto, debido a tu proverbial envidia hacia mi apolineo cuerpo)