jueves, 9 de julio de 2009

El síndrome de la clase turista y el alcalde Pantaleón.

Como tengo intención de realizar un viaje largo en automóvil me preocupa sufrir el "síndrome de la clase turista", ya que, aunque este término fue acuñado para describir la relación entre el pasajero que viaja apretadito en un avión (especialmente en vuelos de más de cinco horas) y la trombosis venosa, en realidad un episodio de trombosis venosa puede ocurrir en cualquier persona con dificultades circulatorias en cualquier situación de inmovilidad (sea en viaje de avión, de autobús, de tren o bien trabajando ocho horas de telefonista en un call center o de administrativo en una empresa de contabilidad en semana de cierre contable).

Médicos y expertos en salud recomiendan hidratarse suficientemente, evitar el alcohol y el café y moverse de vez en cuando. Evidentemente estas recomendaciones pueden ser más difíciles de llevar a cabo viajando en avión que en cualquier otro medio de transporte: el autobús para cada dos horas, en el tren hay sitio para poder estirarse y puedes dar un paseíto hasta la cafetería, si viajas en automóvil puedes parar cuando quieras. Pero en avión, ¡ay!, casi no te puedes mover.

Yo invitaría a las compañías aéreas a poner cada hora a todo volumen por los altavoces la cancioncilla del alcalde Pantaleón, que las azafatas muestren la coreografía (no difiere mucho de enseñar como utilizar la mascarilla o el chaleco salvavidas y puede ser más útil), y recomienden a los pasajeros ejecutar los movimientos (cuidando de no golpearse la cabeza contra el portaequipajes). De ese modo, los pasajeros (especialmente aquellos con dificultades circulatorias) reducirán el riesgo de trombosis venosa y de paso, se divertirán un poco.

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