domingo, 12 de julio de 2009

El atasco y el G-8

Después de un accidentado viaje de más de diecisiete horas, por haber estado en un atasco de seis horas entre París y Orlèans, estoy en un encantador pueblecito en el suroeste de Francia que se llama Saint Julien en born. Aquí puedo disfrutar de una enorme tranquilidad gracias a una especie de toque de queda democrático (es lo que tiene que la mayoría de los veraneantes en este camping sean holandeses y alemanes) que hizo que mi paseo de anoche con mi mujer a eso de las doce de la noche haya tenido el encanto de lo clandestino. Hacía mucho que no le susurraba al oído la posición de las estrellas en el firmamento y los nombres de las constelaciones. Entre otras cosas porque donde vivo el ruido hace imperceptibles los susurros y las farolas ocultan las estrellas los días que no está nublado.

El viaje ha sido laaaaargo. Después de salir a las 4.45 de la mañana de ayer teníamos previsto llegar a las 4 de la tarde. El itinerario normal es de nueve horas y media y nos parecía normal realizarlo en once. Pero diecisiete horas...no es normal.

El viaje me ha hecho consciente de varias cosas:

1. Que a juzgar por la cantidad de gente que se va de vacaciones, la crisis no debe de ser tan mala como dicen. Una señora con la que conversé en una de mis paradas me dijo que había intentado reservar un hotel en la costa mediterránea española y que le había sido imposible.

2. Que lo de que "l'Áfrique commence aux Pyrénees" debe de ser verdad aunque no está claro si del lado Norte o del Sur.

3. Que el éxodo marroquí se sigue produciendo pero las cosas son ahora distintas que hace diez años, cuando hice este viaje por primera vez. Entonces utilizaban furgonetas desvencijadas cargadas hasta los topes, con el colchón atado a la baca con una cuerda. Ahora sus vehículos son equiparables a los del europeo medio y tienen un contenedor en la baca para guardarlo todo. Se les distingue sólo porque la mujer no conduce y tiene la cabeza cubierta.

4. Que las infraestructuras de las "Aires" (áreas de descanso), con contadísimas excepciones, siguen siendo insuficientes porque falta personal para mantenerlas en condiciones de usabilidad. No soy especialmente exigente, que he hecho el servicio militar en Cáceres, pero servicios sin papel higiénico, plagados de moscas, en los que el suelo está cubierto de una capa de líquido amarillento de un dedo de espesor y cuyas puertas no pueden cerrarse está muy por debajo de lo aceptable.

En la radio escuché que el G-8 ha propuesto el objetivo de que la temperatura media de la tierra en el 2050 sea de dos grados por encima de la que había cuando comenzó la revolución industrial. Dado lo que he visto en el día de ayer en las carreteras francesas, las cosas tienen que cambiar mucho para que alcancemos ese objetivo.

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