En una farmacia en el Sur de Francia.
- Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
- Buenos días, señora. Me gustaría comprar crema espermicida.
La dependienta se marcha. Conversa con otra dependienta. Me miran. Vuelven a conversar. La dependiente regresa.
- ¿Usted conoce el tipo de crema que utilizan?
- No señora. Es una crema espermicida para utilizar en combinación con un método de barrera. Es como un preservativo pero femenino.
- Un diafragma.
- Sí, será eso. Más no sé. Es mi mujer quien lo organiza todo.
Vuelve a marcharse. Más conversaciones. Más miradas. Sonrío. Regresa. Teclea algo en el ordenador. Un tubo escupe una cajita.
- Mire, crema no tenemos pero tenemos estos óvulos. Son muy sencillos de utilizar. Basta con introducirlos en la vagina cinco minutos antes de los "encuentros" y ya está.
- O sea, que si hemos decidido que sí, que toca "encuentro", el óvulo adentro, cinco minutos de espera y luego, "nos encontramos". (Entonces me doy cuenta de que suena a pitorreo y noto que me estoy ruborizando).
- (Sonrisa amable por la comisura derecha, un par de leves soplidos... Vamos que se estaba aguantando para no descojonarse en mi cara). Exactamente.
- Me parece muy complicado, casi mejor nos "encontramos" cuando volvamos a casa.
- (Sonrisa amable. Más soplidos) Pero eso sería una pena, ¿no?, ahora que están de vacaciones. Ande, lléveselo, léase bien las instrucciones y disfrute de sus "encuentros".
- Está bien, me lo llevo.
Con mi paquetito de óvulos espermicidas en el bolsillo, antes de subir al coche, alcanzo a oir la carcajada de las dependientas. Y me pregunto, si el atrevimiento y el buen humor que hay en las boticas francesas contribuye a que, como dicen las encuestas, Francia sea el país en el que más "encuentros" per capita se producen.