Estoy hasta las narices de mi contable. Es un tipo muy inteligente, conoce las reglas y las excepciones, las técnicas y los trucos y tiene excelentes relaciones con el fisco. En principio, parece un contable ideal pero tiene tres problemas que enturbian nuestra relación profesional: no comunica, toma decisiones sin consultar, deja todo para el último día (parece que no soy su prioridad) y, además, es caro (esto último es algo que me importaría menos si lo anterior no ocurriese).
Hasta hoy, cambiar de contable me había parecido un lujo exagerado. Es más el problema que causa el cambio que la mejora que puedo recibir. Al fin y al cabo ¿quien me asegura que el nuevo contable será mejor?
Esta última frase me ha recordado a esas dos amigas que conversan en un bar:
- Cuando encuentras a un hombre, necesitas sentir lo que le gusta y cambiarte a tí misma para adaptarte a él.
- Ya, eso es lo que hiciste con Juan, Pedro, Bernardo, Santiago, José Miguel, David y Marco, y no te funcionó. Durante diez años has utilizado el mismo enfoque y no te ha funcionado.
¿Por qué no intentas mi método? .
- ¿Y si no funciona?.
Hay algunos detalles que te llevan a pensar que merece la pena el cambio:
1. Recibes regularmente rectificaciones de la Agencia Tributaria.
2. Recibes notificaciones de la Agencia Tributaria por no presentar las declaraciones (formularios) a tiempo.
3. Te dice tu contable que hará algo la semana que viene y dos meses después, después de llamarle cada semana, te dice que se va a poner con ello.
4. Tienes dudas de la calidad del trabajo por pequeños detalles, acciones u omisiones de tu contable.
5. Tienes más de una inspección fiscal cada cinco años.
Nuestro contable es un campeón. De los cinco puntos anteriores "puntúa" en cuatro. Que no puntúe en cinco no se si achacarlo a la desidia de la Agencia Tributaria o a las buenas relaciones de mi contable dentro de la misma.
Así que estoy a la caza de nuevo contable. Los aspectos importantes para mí son: el precio, calidad, servicio y la primera impresión.
1. Precio: En primer lugar, comparar la tarifa por hora para hacerte una idea de cuanto vas a pagar cada año. Desafortunadamente, una tarifa más baja no significa necesariamente que el coste final sea más bajo pero te puede dar una referencia si la diferencia es enorme. Mi contable actual me cuesta un 2% de mi facturación actual. En principio no parece mucho pero mi primera investigación indica que podría rebajarse al 1.5%.
Es importante que esté claro cuántas horas ha dedicado a cada cosa. Esto lo hace mi actual contable muy bien. No sólo indica cuantas horas ha dedicado a cada cosa sino también cuál de sus empleados ha realizado el trabajo y cuando. De ese modo, puedo ver claramente que el dinero se va, en muchas ocasiones, en tiempo que dedica a corregir sus propios errores.
2. Calidad.
¿Es un buen contable el que consigue que Hacienda te devuelva una buena cantidad de dinero?. Una devolución potente de Hacienda significa que has pagado en exceso durante el año. ¿Es eso una señal de un buen trabajo contable?
Es muy difícil evaluar la calidad intrínseca del trabajo de un contable. En realidad, el trabajo de un contable sólo se aprecia cuando se equivoca. Un contable de calidad se equivoca poco. Arriba he escrito una lista de detalles indicativos de una mala calidad.
3. Servicio.
El aspecto personal en la relación con tu contable es el servicio. Lo que para algunos empresarios es un servicio extra, para otros es sencillamente lo que se espera de un contable. Pero hay detalles que llevan a pensar que tu contable es una persona orientada al servicio:
3.1. Es un hombre ocupado pero si le llamas con un problema urgente hace tiempo para tí.
3.2. Se toma en serio tus preguntas y se asegura de que quedas satisfecho con las respuestas.
3.3. Tu contable viene a tu oficina cuando es necesario (y no viene cuando no lo es, que eso cuesta dinero).
3.4. Tu contable da ese paso extra que te deja tranquilo (evitando que pierdas el sueño, pensando en que dirá el inspector en la próxima inspección).
3.5. Te hace algún regalito, de vez en cuando. Por ejemplo, tu declaración de hacienda personal te la hace gratis. (Esto no es imprescindible, pero, oye, a nadie amarga un dulce)
4. La primera impresión.
En la primera reunión con tu contable puedes obtener mucha información evidente y otra no tan evidente. ¿Te da una buena impresión este contable? ¿Responde abierta y claramente a tus preguntas? ¿Tiene la información necesaria a mano? ¿Su oficina respira orden o presenta un aspecto caótico? ¿Reconoces algunas de las señales negativas que has visto en tu contable anterior y que te han llevado a buscar uno nuevo?
Claro que un empresario no puede tomar decisiones basadas sólamente en la intuición o en la confianza en su interlocutor, pero no puede desdeñarse este punto. Al fin y al cabo, estudios realizados en los Estados Unidos muestran que una decisión basada en información excesiva no es necesariamente mejor que una tomada en función de una cantidad discreta de información combinada con la intuición (que no es otra cosa que la experiencia del inconsciente).
Y una vez que has elegido al contable de tu vida, anota en tu diario las razones por las que le contrataste. Para que cuando esas razones desaparezcan, tomes de inmediato la decisión de sustituirlo por otro.
Así deberíamos hacer con todas las relaciones y nuestra vida sería más placentera.