Las versiones edulcoradas del cuento de Caperucita me han parecido siempre ridículas. Me quedo con la versión original de Perrault. Aquí. Es posible que no todos los que lean este artículo entiendan francés pero ya conocéis la historia, ¿no? La particularidad del cuento original de Perrault es que el lobo, haciéndose pasar por la abuelita, convence a Caperucita para que se desnude, se meta en la cama con el lobo y acabe comida por él. Perrault escribió este cuento de terror pederasta para advertir a las adolescentes de los peligros de tanto lobo hijoputa como hay por ahí suelto.
Internet es una maravilla. De verdad lo digo. Gracias a internet, incluso las personas menos afortunadas tienen acceso a toda la información y a toda la formación disponible. Es una tecnología formidable que está cambiando el mundo. Y los que mejor dominan esta tecnología son los niños.
Hace unas semanas recibí un mensaje de la escuela en la que mi hija realiza el primer curso de la enseñanza secundaria. Parece ser que algunos de sus compañeros (estamos hablando de chavales que tienen doce o trece años) habían estado utilizando la red wi-fi y los ordenadores de la escuela para ver porno durante la clase.
Esto es sólo un ejemplo del problema que se está produciendo: los niños tienen hoy acceso a una potente tecnología antes de tener sentido común para utilizarla juiciosamente. Esto lleva a que se pongan en peligro a ellos mismos y a otros. ¿Y qué tiene que ver esto con el cuento de Caperucita? Pues que la tecnología no está cambiando el cuento. La tecnología lo que está consiguiendo es que el lobo entre más fácilmente en la casa del bosque y se coma antes a la abuela y a la nieta.
Una lástima de wi-fi y de laptops y de smartphones y de tablets y de tantas cosas que tienen el potencial de ser utilizados para educar y para enseñar y que, al final, como ha ocurrido tantas veces, acaban siendo utilizadas para llenar la cabeza de la gente de porquería.
(Continuará)
(Continuará)
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