"Las ovejas indignadas está hartas porque la situación es terrible y los pastores no hacen nada y no hay soluciones y quienes tienen la culpa no pagan, y esto tiene que cambiar, nos merecemos algo mejor, pastos más verdes, mejores cercas y mejores establos....".
"Las ovejas indignadas no se merece los pastores que tienen".
"Los culpables de esta crisis tienen que pagar".
"Hay que cambiar el redil".
"No podemos ir a peor, las ovejas están en una situación insostenible"....
Y entonces fue cuando me acordé de mi abuelo.
Cada vez que mi abuelo, que vio morir a su padre y a cuatro de sus hermanos fusilados sin juicio en la Revolución marxista de Agosto de 1936 (a las cosas hay que llamarlas por su nombre ya que en La Mancha no hubo guerra alguna entre 1936 y 1939), y se tuvo que hacer cargo a los 20 años de 5 viudas y 12 huérfanos y que vio morir a su hijo de meningitis a los 17 años, escuchaba a alguien quejarse de tener que soportar una situación insostenible (lo que no deja de ser un contradios), esbozaba una media sonrisa y decía: "Pídele a Dios que no te dé lo que puedes soportar".
Las ovejas indignadas se quejan...y le echan la culpa a los pastores porque no las defienden bien y no las llevan a los mejores pastos
Los "indignados", no tienen motivos para quejarse. De la crisis económica, política, social, educacional, sanitaria e institucional que ha de venir (porque todavía no ha venido ya que, de momento, el precio del pan a las 18.00 horas es el mismo que a las 6.00 horas y los que se manifestaban en las distintas plazas de España se quedaron a dormir en ellas porque quisieron, pues aún tenían una casa a la que regresar si lo hubieran querido), no tienen la culpa unos pocos golfos que tienen el poder omnímodo y cuyo egoísmo, cuya ambición y cuya voracidad ha puesto a los indignados en esta situación tan difícil.
De la situación económica, política, educacional, sanitaria y social actual de los indignados tienen la culpa..."los indignados".
Porque "los indignados", como siempre, han sido estafados con el timo de la estampita. El timo de la estampita, lo conocéis probablemente todos. La víctima es abordada por un estafador con supuestas escasas facultades mentales (el tonto). El tonto lleva consigo un sobre lleno de billetes, a los que no da ninguna importancia, tratándolos como estampitas. Entonces entra en escena un segundo timador (el listo), que convence a la víctima para que juntos engañen al tonto ofreciéndole una pequeña cantidad de dinero por sus estampitas. Después de entregar el dinero, la víctima recibe el sobre, pero cuando lo abre, en lugar de encontrarse los billetes, encuentra recortes de papel, ya que han hecho el cambiazo de forma imperceptible para la víctima (requiere de una cierta habilidad). Para ese momento, los estafadores ya están demasiado lejos, y la víctima ha perdido su dinero.
Este timo, este fraude, esta estafa, como todos los timos, todos los fraudes y todas las estafas que han sufrido "los indignados" serían imposibles de realizar sin la colaboración activa y decidida del timado. "Los indignados" han sido timados y, por ello, están indignados. Sin embargo, mejor harían en reconocer que más que razones para la indignación, tienen razones para avergonzarse de sí mismos.
Los timos que han sufrido "los indignados" tienen poca más complejidad que el de la estampita. Cualquiera que lo hubiese mirado con un poco de atención se habría dado cuenta. Pero a la víctima le cegó la ambición del fajo de billetes. Le cegó la arrogancia de creer que podía engañar al "tonto".
Echar la culpa de la situación económica de la indignada víctima a los políticos y a los poderosos, a los banqueros y los ricos no sólo es poco acertado e injusto sino que además aleja a la víctima de encontrar una solución a la situación actual y evitar un nuevo timo en el futuro. Al fin y al cabo, los poderosos no han hecho más que su trabajo: ocupar el poder y utilizarlo en su propio beneficio; por su parte, los banqueros y los ricos no han hecho más que su trabajo: ocupar los recursos económicos. El único que no ha hecho su trabajo es el ciudadano, que ha hecho dejadez de sus obligaciones pues no ha puesto su empeño en decir claramente a los políticos que están a su servicio y ni ha defendido adecuadamente la independencia económica de su familia.
No es la iniquidad de los lobos la que ha causado el problema sino la cobardía y la indolencia de las ovejas. Los lobos no hacen sino su trabajo: comer ovejas. Es el trabajo de las ovejas el no dejarse comer.
No sé si me explico, ovejitas indignadas.
"Las ovejas indignadas no se merece los pastores que tienen".
"Los culpables de esta crisis tienen que pagar".
"Hay que cambiar el redil".
"No podemos ir a peor, las ovejas están en una situación insostenible"....
Y entonces fue cuando me acordé de mi abuelo.
Cada vez que mi abuelo, que vio morir a su padre y a cuatro de sus hermanos fusilados sin juicio en la Revolución marxista de Agosto de 1936 (a las cosas hay que llamarlas por su nombre ya que en La Mancha no hubo guerra alguna entre 1936 y 1939), y se tuvo que hacer cargo a los 20 años de 5 viudas y 12 huérfanos y que vio morir a su hijo de meningitis a los 17 años, escuchaba a alguien quejarse de tener que soportar una situación insostenible (lo que no deja de ser un contradios), esbozaba una media sonrisa y decía: "Pídele a Dios que no te dé lo que puedes soportar".
Las ovejas indignadas se quejan...y le echan la culpa a los pastores porque no las defienden bien y no las llevan a los mejores pastos
Los "indignados", no tienen motivos para quejarse. De la crisis económica, política, social, educacional, sanitaria e institucional que ha de venir (porque todavía no ha venido ya que, de momento, el precio del pan a las 18.00 horas es el mismo que a las 6.00 horas y los que se manifestaban en las distintas plazas de España se quedaron a dormir en ellas porque quisieron, pues aún tenían una casa a la que regresar si lo hubieran querido), no tienen la culpa unos pocos golfos que tienen el poder omnímodo y cuyo egoísmo, cuya ambición y cuya voracidad ha puesto a los indignados en esta situación tan difícil.
De la situación económica, política, educacional, sanitaria y social actual de los indignados tienen la culpa..."los indignados".
Porque "los indignados", como siempre, han sido estafados con el timo de la estampita. El timo de la estampita, lo conocéis probablemente todos. La víctima es abordada por un estafador con supuestas escasas facultades mentales (el tonto). El tonto lleva consigo un sobre lleno de billetes, a los que no da ninguna importancia, tratándolos como estampitas. Entonces entra en escena un segundo timador (el listo), que convence a la víctima para que juntos engañen al tonto ofreciéndole una pequeña cantidad de dinero por sus estampitas. Después de entregar el dinero, la víctima recibe el sobre, pero cuando lo abre, en lugar de encontrarse los billetes, encuentra recortes de papel, ya que han hecho el cambiazo de forma imperceptible para la víctima (requiere de una cierta habilidad). Para ese momento, los estafadores ya están demasiado lejos, y la víctima ha perdido su dinero.
Este timo, este fraude, esta estafa, como todos los timos, todos los fraudes y todas las estafas que han sufrido "los indignados" serían imposibles de realizar sin la colaboración activa y decidida del timado. "Los indignados" han sido timados y, por ello, están indignados. Sin embargo, mejor harían en reconocer que más que razones para la indignación, tienen razones para avergonzarse de sí mismos.
Los timos que han sufrido "los indignados" tienen poca más complejidad que el de la estampita. Cualquiera que lo hubiese mirado con un poco de atención se habría dado cuenta. Pero a la víctima le cegó la ambición del fajo de billetes. Le cegó la arrogancia de creer que podía engañar al "tonto".
Echar la culpa de la situación económica de la indignada víctima a los políticos y a los poderosos, a los banqueros y los ricos no sólo es poco acertado e injusto sino que además aleja a la víctima de encontrar una solución a la situación actual y evitar un nuevo timo en el futuro. Al fin y al cabo, los poderosos no han hecho más que su trabajo: ocupar el poder y utilizarlo en su propio beneficio; por su parte, los banqueros y los ricos no han hecho más que su trabajo: ocupar los recursos económicos. El único que no ha hecho su trabajo es el ciudadano, que ha hecho dejadez de sus obligaciones pues no ha puesto su empeño en decir claramente a los políticos que están a su servicio y ni ha defendido adecuadamente la independencia económica de su familia.
No es la iniquidad de los lobos la que ha causado el problema sino la cobardía y la indolencia de las ovejas. Los lobos no hacen sino su trabajo: comer ovejas. Es el trabajo de las ovejas el no dejarse comer.
No sé si me explico, ovejitas indignadas.
Estos hijos de puta me obligaron a asistir a un mitin por primera vez en 30 años, como anteriormente el cabron de Aznar me obligó a asistir a una manifestación cuando la Guerra de Irak (Y es que mi tiempo libre es lo más precioso de lo que dispongo, a excepción de mi familia, como para que me obliguen a hacer algo que no me apetece)
ResponderEliminarEn el mitin alguien dijo algo coherente;
"Usted tiene una casa y necesita pintar. Le viene un pintor que le promete pintar la casa de azul, en 1 semana, y le va a costar 200 €. Le contrata. Cuando acaba, se la encuentra la casa de verde, ha tardado dos meses, le ha metido una derrama de 500 € y, además, se entera que está denunciado porque evade impuestos y no paga a sus trabajadores.
Si cuando necesita usted pintar de nuevo contrata al mismo...¿Qué podrá pensar su familia? ¿Que es usted bobo?"
Pues eso...un ejemplo clarísimo de los votos útiles, los inútiles y los necios, y de mi responsabilidad para cambiarlo todo
No estoy contigo en las formas pero entiendo muy bien la indignación que las produce.
ResponderEliminarUn abrazo.
Evidentemente, la involucración y pasividad de las ovejas en época de bonanza ha sido parte del problema. No obstante la indignación nace de que "los pastores", son en realidad "lobos". Pastores que, por otra parte, no aparecen en tu relato.
ResponderEliminarPor otra parte, te recomiendo que no cieges tus orígenes con la moral protestante que, cierto es, que tiene un concepto del trabajo, bajo la tutela de la responsabilidad personal; pero que también es el origen de las grandes lacras del siglo XX y el siglo XIX: el concepto de la superioridad moral, y su corolario el racismo. Actualmente principios edulcorados, pero plenamente vigentes: para muestra analícese la crisis de los pepinos y sus connotaciones en la relación centro-periferia europea.
Un abrazo.
Anonimo, por favor, lo puedes repetir...pero mas despacio?... todo, menos pepino, que eso si lo he entendido
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