martes, 13 de abril de 2010

180. Subvenciones de género.

Mi madre heredó su negocio de su padre, no sin antes demostrar, desde antes de que podía alcanzar el mostrador, que podía hacerse cargo del mismo. Mi hermana me sustituyó al cargo de nuestra empresa porque demostró que lo podía hacer mejor que yo. Mi mujer se ha hecho un hueco en un mundo de hombres (la banca internacional) porque, cuando no superó a sus colegas varones por talento, lo hizo por trabajo  (y en muchas ocasiones, por las dos cosas). Tres mujeres a las que nadie regaló nada. Tres mujeres a las que las políticas de igualdad les parecen un insulto.

Y para ellas, es especialmente insultante para la condición femenina que mujeres que han alcanzado posiciones de relevancia no por su mérito sino en virtud de las políticas de discriminación positiva, desde su posición de privilegio, hagan un oficio de justificar y perpetuar la discriminación positiva, precisamente porque saben que jamás habrían alcanzado esa posición por su mérito.

La política de igualdad forzada de sexos se convierte en una especie de política de subvenciones en la que el subvencionado no tiene ningún interés en mejorar su propia capacidad para alcanzar la posición por su mérito, dado que el camino del victimismo feminista es más rápido y más fácil. Así se hace un derecho  de la mujer el exigir el cincuenta por ciento de los sectores "dominados por los hombres", haciendo de cada sector de actividad una especie de competición deportiva en que las mujeres tienen, por definición, derecho a la mitad de las medallas; el acusar de machista recalcitrante a quien se oponga a este propósito, el exigir igualdad salarial sin tener en cuenta si hay otras razones para la diferencia, dando por supuesto que si una empresa paga menos a una mujer es porque hay discriminación y si le paga más, es que es su mérito.

Mi madre, mi hermana y mi mujer jamás tuvieron que pedir a nadie que les igualara el sueldo con ningún hombre: se lo ganaron. Y no vieron discriminación machista sino competición. Y nunca exigieron el cincuenta por ciento de nada: agarraron el cien por cien. Y miraron a sus colegas hombres en un plano de igualdad, pues estaban donde estaban por mérito y no por beneficencia.

4 comentarios:

  1. Y ahora dime que no has escrito esto bajo la atenta mirada y trabuco encañonado de tu mujer
    ¡Que noooo! Que vale muchooooooo

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  2. Claro, claro. Y de mi abuela, que en paz descanse.

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  3. Y tengo un nuevo visitante de Filipinas y otro de Suecia:

    Africa: Kenia.

    América (20): Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay y Argentina.

    Asia (9): Japón, Corea del Sur, Taiwan, Vietnam, Filipinas,Bangladesh, Buthan, Pakistán, Israel.

    Europa(14): Noruega, Suecia, Letonia, Rusia, Reino Unido, Alemania, Suiza, Países Bajos, Bélgica, República Checa, Rumanía, Italia, España y Portugal.

    Oceanía (1): Australia.

    Total, 45 países.

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  4. Nunca alguna de estas mujeres, las de la discriminación positiva, se habrá preguntado si han conseguido su puesto de trabajo por sus méritos o por ser mujer?
    Si lo han hecho y siguen son unas mediocres y sin no lo han hecho son unas ingenuas.
    Enhorabuena a tu madre, hermana y mujer. Bueno y también a ti por tener ejemplos dignos de admirar tan cerca.

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