miércoles, 3 de febrero de 2010

151. Y usted, señora, ¿como quiere que enterremos a su hijo?

Dice mi suegra que el hijo de una amiga suya, militar profesional, va a ser enviado a Afganistán, "en misión de paz" como dice nuestro presidente Rodríguez. Eso sí. Antes de marcharse tiene que informar hasta el mínimo detalle al mando de como quiere que sea su funeral y si quiere ser enterrado o incinerado. Esto es así porque, en caso de fallecimiento en combate, el ejército neerlandés paga el "festival" que decía un amigo de mi abuelo y hay que saber el coste esperado para eso del seguro y tal y tal.

Claro está que esto, a un militar profesional, "nasío pa matá" le trae al pairo. Es su trabajo, ¿no?, eso de morirse. Pero a su madre o a su esposa, que al fin y al cabo, es la que elige las flores y las canciones y el ataúd y las velas, se le tiene que poner, como dicen en mi pueblo "lo de atrás, alante".

Supongo que el Glorioso ejército español, antes de enviar a sus nobles soldados al Líbano o a Afganistán hará algo parecido. Y supongo que, enviándolos, no pondrá en peligro la vida de sus soldados (ni la salud cardiorespiratoria de las madres y de las esposas) por una chorrada sino por algo realmente importante. Vaya que no será como dicen por ahí que nuestros soldados están en Afganistán para asegurarse de que el mercado mundial de opio esté bien abastecido o para proteger un oleoducto, sino por la paz y la defensa de los derechos humanos (especialmente los de las mujeres que andan en burka, aunque luego consintamos el uso de esa prenda en nuestro suelo). Y supongo que, una vez que los enviamos a lugares tan peligrosos, lo haremos pertrechándoles con el más moderno armamento, los carros con el blindaje más resistente que se fabrique y los sistemas de comunicación y de seguridad más avanzados, que para eso estamos en la "Champions League" de la economía mundial, ¿no?.


Por lo menos, espero que les haremos un buen entierro, con muchas flores rojas y amarillas y muchos políticos, que habrán ido a dicho entierro, como dice Gonzalo, con el blindaje en sus vehículos que negaron a los soldados en combate.

Estamos en buenas manos...

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