martes, 24 de noviembre de 2009

121. Hermanas de padre y madre.

Mis tres hijas comparten la misma madre, que yo las ví salir a las tres, y estoy bastante seguro de que comparten el mismo padre. Sin embargo, si no fuera así, algunas cosas tendrían más explicación.

C.M. necesita que le den un empujón de vez en cuando, S. no necesita que la empujes y te empuja a tí. Si empujas a Alejandra, se sienta en el suelo, como los manifestantes de los setenta.

Basta con que te pongas un poco serio con C.M. para que recoja su habitación, S. la recoge ella sola y te dice que tienes que recoger la tuya, A. dice que si quieres, la recojes tú.

C.M. nunca necesitó nada para dormirse, S. chupa un calcetín, A. se chupa el dedo.

C.M. no sabe decir no, S. dice lo que le conviene, A. solo sabe decir no.

Así podría seguir hasta hartarme. De momento, me río con la diversidad. Otra cosa será cuando sean un poco mayores y cada una tenga una afición distinta. Me imagino un sábado con una niña en Amberes, jugando a hockey, otra en las Ardenas con los boy-scouts y la tercera en una representación de teatro en Lovaina.

La semana pasada se me ocurrió que si podía conseguir que al menos las tres tuvieran afición por el hockey, pues eso que me encontraba. Saqué la bola y los sticks y me dispuse a enseñarles los rudimentos hasta donde yo sé, que no es mucho. Lección número 1: cómo asir el stick.

S. se dejó aconsejar:

- Mira, S., el stick se agarra así.
- Así agarra.

Y en dos segundos estaba golpeando la bola por todo el salón. Cada vez que se olvidaba de como agarrar el stick, volvía a mí pidiendo instrucciones. Para ella es importante que las cosas se hagan como se deben hacer.

- ¿Así, papá?
- Si, así.

Con A. fue distinto:

- Mira, A., el stick...
- No.
- Venga, no seas cabezota. Así.
- No.

Tiró el stick y fue corriendo por la bola, se la metió dentro de la camiseta.

- Tatáaa.

Y salió del salón en dirección a la cocina. S. lloró porque ya no podía entrenar. Le quité a A. la bola. Se tiro al suelo y lloró quince minutos. Cuando dejó de llorar intenté de nuevo enseñarle el agarre del stick. Que si quieres arroz, Catalina. De nada sirvió mi paciencia. Más de media hora intentando que agarrase una de las manos. No le interesaba. Fatigado y sudoroso, me rendí.

- Vale, hazlo a tu manera.

Entonces se puso el stick entre las piernas y gritó "Arre, caballo" y corrió por toda la primera planta mientras su hermana metía goles entre las patas del taquillón.

A ver cuando es la clase de teatro...

5 comentarios:

  1. Jaaaaaaaajajajaja. Puedo ver perfectamente la escena.

    Lo que me ha llegado al alma es lo de dejarle jugando al hockey en el salón. Mi santa hubiera necesitado dos sticks para darme en la cabeza hasta partirlos.

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  2. Afuera llovía a mares y el garaje no está acondicionado. El salón es grande y tenemos pocos muebles. El suelo es de parquet de roble (no se araña ni queriendo). Hay pocas cosas que se pueden romper (aunque A., en su rabieta, podría haber roto uno de los cristales biselados de la puerta. Afortunadamente llegué a tiempo de evitar un divorcio). Hoy han roto una taza y un plato de cerámica en el marco de sus actividades normales. Jugar a hockey en el salón se me antoja poco peligroso para nuestros enseres.

    Me alegro de haberte divertido.

    Un abrazo.

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  3. Nuestro suelo es de mármol, el salón siempre está lleno de cosas aunque no sean del salón y la habilidad de nuestra hija N. es llevar una cosa en las manos y tirar tres... Decididamente no veo a mi esposo con las niñas jugando al hockey en el salón ;-)

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  4. Yo siempre digo cuando me preguntan si tengo hijos que he pagado dos bautizos (Sin querer hacer proselitismo religioso, que ya sabes que no soy de esos)
    Pero me parece una respuesta más exacta...por si acaso

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  5. Pues eso de llevar una cosa y tirar tres es una habilidad muy valorada en algunos concursos de televisión.

    Y supongo que también se valora mucho, vistos los resultados, en bastantes partidos políticos.

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