viernes, 25 de septiembre de 2009

71. Yo debo de ser un tipo raro, medio maricón o así.

Yo debo ser un tipo raro, uno de esos hombres que ni es hombre ni es nada, metrosexual o medio maricón que dirían los de la generación de mi padre. Resulta que me encanta ir de compras con mi mujer. Sobre todo cuando vamos a comprar ropa.

Lo hacemos siempre igual: entramos en la tienda media hora antes de que van a cerrar. "De ese modo", dice, "hay menos tiempo para gastar dinero". Yo me siento en una butaca, (a veces, me sirven un cafelito y todo) y comienza el espectáculo. Ella viene con media docena de modelos. ¿Te gusta éste o éste?.

¡ATENCIÓN!

(Una mujer lleva a su marido de compras no para que la ayude a elegir la ropa, sino para que lleve las bolsas después. Si pregunta es para que confirmes su elección. Estudiad su lenguaje corporal. Hay pequeños detalles que pueden ayudar. Por ejemplo: la cabeza está siempre ligeramente ladeada hacia el vestido que más le gusta. El vestido que más le gusta estará más cerca de tí. Pero si no lo tienes claro, escápate, No caigas en la tentación de dar una opinión al azar, porque tienes un 50% de posibilidades de que no le guste ninguno de los dos).

- " Lo importante no es si me gusta a mí sino si te gusta a tí", o bien,

- " ¿Cuál de los dos combina bien con algo que ya tengas?, o mejor aún,

- " Si no lo tienes claro, ¿por qué no te llevas los dos?" (esta última debe ser utilizada con moderación).

Ni un solo comentario sobre tallas. Preguntado sobre tallas contesto que "de tallas no tengo NI PUÑETERA IDEA". Nada de decir: "¿no deberías llevarte una talla mayor?". Eso es un suicidio. No conozco una manera elegante o adecuada de decir que el traje es pequeño. Si tengo la sospecha de que la talla es demasiado pequeña, simplemente me aseguro de forma discreta de que el vestido se podrá cambiar. O bien pido ayuda a una dependienta.

- Mi mujer no está convencida de que ésta es su talla. ¿Qué opina usted?

Y entonces ella dice eso de: "Es que usted ha elegido una marca muy elegante pero que da muy poca talla" o algo así.

Las dependientas saben como decir esas cosas. Y si no sabe, mi mujer se enfadará con la dependienta, no conmigo.

A veces dice: ¨Me parece que he engordado un poco este verano" y me mira a los ojos y yo oigo la música de Tiburón: nananananananananananananan NANA.

- "A mí me parece que cadia día estás mas buena". Esto, aparte de ser verdad, que gane el presidente Rodríguez las próximas elecciones si miento, es indiscutible, porque es una opinión personal y las opiniones personales son subjetivas y, por lo tanto, siempre son verdad.

Disfruto del espectáculo, de verdad. Ahí está la mujer que quiero, haciendo un esfuerzo por encontrar un traje que realce su belleza o le haga sentir bien, todo lo cual redunda en mi disfrute. Además, lo hace deprisa, como si hubiese hecho teatro de joven. Se puede probar diez prendas en media hora. Y el tiempo se me escurre entre los dedos, porque ir de compras con la idea de que voy a asistir a una obra de teatro en el que la protagonista es la mujer que yo he elegido para ser mi compañera, hace que el tiempo vuele.

Nos ocurre con frecuencia que salimos media hora después de la hora de cierre, a veces, llevando con nosotros lo que a mí me parece media tienda (aunque en realidad, aún les dejamos bastante género). Las dependientas nos hacen la ola al marchar. Nos da por pensar que están contentas con la compra que hemos hecho. Si están contentas porque por fín nos vamos no es algo de lo que tengo constancia. De todas formas ya procuramos nosotros ir a sitios en los que hay dependientas con voluntad de servicio en lugar de bordes que miran más el reloj que el deseo del cliente.

Y entonces se siente (dentro de nuestras posibilidades) como Julia Roberts en Pretty Woman.

Oíd esto, hombres (supuestamente) de verdad. Haced honor a la elección que hicísteis y disfrutad de la compañia de vuestras mujeres también cuando vais de compras y no sólo cuando os sirven la cerveza, ante el televisor, los domingos de partido.

Proximamente: Cosi fan tutte.

4 comentarios:

  1. Has perdido todo el crédito ganado con la ecología urinaria, chavalote.

    Yo disfruto estando con mi mujer haciéndole masajes en los pies o en la espalda, o sencillamente abrazándola... pero ir de tiendas no es amor. Es masoquismo, con un puntito, como bien reconoces, de mariconería.

    :oP

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  2. Se ve que la fama es efímera, pero me has dado unas carcajadas.

    Me voy a cortar unos troncos al jardín. Para compensar.

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  3. A ver, tio, que tú eres de LY. Aqui el único que podria cortar troncos o levantar unas piedras por razones de origen soy yo, ¿Te enteras?
    Y sé que esta entrada la has hecho para joderme y quedar de PM despues de haber publicado yo la mía http://dakipalla-kikas.blogspot.com/2009/09/el-bolso.html
    Pero las cosas no salen gratis, que lo sepas y que además, soy rencoroso
    Gonzalo sí que es un macho como dios manda. De los de toda la vida, no como tú, so metrosexual

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  4. Oye, pero tú Kikás, ¿de que estás hablando? Que yo he escrito esta entrada a los cinco minutos de leer la tuya no quiere decir que haya una correlación entre la una y la otra.

    Además, que ya sabes que yo escribo para mi mujer, contándole las cosas que se me pasan por la cabeza (y por el resto del cuerpo), para que no se sienta tan sola en Amsterdam.

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