domingo, 2 de septiembre de 2012

261. La moral del dinero. (I)

La mayor parte de las personas piensan que el dinero hace malas a las personas. A las otras personas, se entiende, porque parece ser que todo el mundo se cree que es inmune a los efectos negativos y a la mala influencia del dinero.

Lo que si parece generalmente aceptado es que el dinero tiene (según el filósofo Michael J. Sander) al menos tres efectos interesantes:

1. El que haya dinero por medio puede cambiar el carácter del producto o del servicio que se vende. Por lo tanto, el mercado no es neutral. Para dar un ejemplo, tener sexo a cambio de dinero es distinto que tener sexo por amor o por gusto. La transacción monetaria es indeseable con frecuencia porque degrada el "servicio".

2. Se cree con frecuencia que el dinero es un buen medio para cambiar positivamente el comportamiento humano. Lo cierto es que el dinero es con frecuencia poco efectivo como "educador" de las personas simplemente porque no solo tenemos que mirar el comportamiento sino también la motivación. Si un niño recibe dinero por tener buenas notas, en el momento en que deje de recibir dinero, dejará de tener buenas notas. En cualquier caso, el dinero tiene con frecuencia solo un efecto motivador a corto plazo. Es conocido entre los profesionales de los recursos humanos que el efecto motivador de una subida de sueldo dura aproximadamente... un mes. Es decir, que antes de que se cobre la subida de sueldo ya casi ha perdido su efecto motivador.

3. El poner precio a determinados servicios destruye el último reducto de igualdad que queda en la sociedad. Aceptamos que se pague por viajar en clase club en el AVE o por ser los primeros en embarcar en un avión, pero consideramos inaceptable el pagar por el privilegio de pasar primero por el control de seguridad del aeropuerto o por recibir un pasaporte en dos días en lugar de quince (los consulados españoles eliminaron durante el mandato del presidente Rodríguez el procedimiento urgente, salvo casos de extrema necesidad, porque es mucho más caro enviar el pasaporte por mensajero que por valija diplomática y se consideró como "venta de privilegios" el repercutir el sobrecoste al solicitante). No obstante, no deja de ser un ejercicio de romanticismo. Lejos quedan los tiempos en que los niños de los ricos tomaban en mi pueblo sus copas en los mismos bares que el vulgo y que los hijos de los obreros podían preguntarle al hijo del terrateniente: "¿Es verdad que tu padre tiene un Range Rover? (entonces a lo más que se llegaba era a tener un Land Rover y siempre para uso profesional) a lo que el niño de papá respondía, con su media lengua: "Mi pade puede tener todos los Dange Dove que quieda". Ahora, hasta dentro de la clase baja hay clases.

(Continuará)

3 comentarios:

  1. Me quedo con: degrada el "servicio", poco efectivo como "educador" y destruye el último reducto de igualdad que queda en la sociedad. Si algo, llámese dinero o lo que sea, consigue todo eso... hay que desterrarlo de la sociedad, no?

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  2. Probablemente, Javier. Pero entonces tendríamos que buscar un sustituto para regular el intercambio de bienes y servicios y llegaríamos, probablemente, a algo parecido al dinero.

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  3. Aunque no te lo mereces...tienes algo en mi casa...

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