martes, 27 de marzo de 2012

234. Pasos de cebra.

Hoy ha hecho un tiempo fantástico en Bélgica. Y esa es una gema que hay que aprovechar. Comer en una terraza en Les Maroles, bajo la imponente mole del Palais de Justice (que he tenido el extraño privilegio de visitar cuando estaba cerrado, en una visita privada para Kikás, su esposa, la mía y un servidor) un 22 de marzo no es algo que se tiene muy a menudo. Y es que en Bélgica, el día que sale bueno, es un regalo del cielo. Eso sí, hemos tenido una comida movidita pues nos hemos mudado de mesa tres veces, siguiendo el sol, que a la sombra te quedabas más frio que una llave.

A la vuelta he tenido que parar varias decenas de veces en un paso de cebra para dejar pasar a los peatones y hay algo que me ha llamado la atención. Y es el contraste entre como cruzan en un paso de cebra los ancianos y los jóvenes.

Los ancianos cruzan el paso de cebra a la máxima velocidad que les permiten sus débiles músculos y su cansado corazón. Y cuando pasan, levantan la mano y sonríen para agradecer que les hayas dejado pasar. Te dan ganas de decir: "Tranquilo, abuelo, tranquilo, no se vaya usted a caer, hombre".

Los jóvenes cruzan el paso de cebra, lentamente, pausadamente. Y te desafían con la mirada, como para dejarte claro que sobre esas líneas blancas, EL PEATÓN ES EL JEFE.

Y me he preguntrado muchas veces por qué esto es así y he llegado a la siguiente conclusión:

El abuelo es consciente de que el automovilista detiene su vehículo en cumplimiento de una norma y no por gusto y que es precisamente el hecho de que el automovilista hace lo que debe hacer lo que permite que el peatón pueda ejercer su derecho. Por eso, agradece el gesto y pasa rápidamente, para premiar al automovilista por respetar tanto las normas de la circulación como el derecho del peatón.

El joven, sin embargo, piensa que su derecho es absoluto y solo depende de la norma. Por lo tanto, lo ejerce en la forma en que considera más oportuna, no tiene que darle las gracias al automovilista, porque al fin y al cabo, está haciendo aquello que la norma le impone. Y si le molesta, que se aguante.

Sería posible argumentar que ambas posturas son igualmente válidas desde el punto de vista del derecho, pero a mí, como automovilista y como ciudadano, me gustaría encontrar más personas como el anciano, y menos como el joven. A mí personalmente, me costaría menos cumplir con mi obligación. Y es que yo soy consciente de que cada vez que cumplo con mi obligación, creo un derecho y cada vez que ejerzo un derecho, creo una obligación. Siendo consciente de ello, puedo cumplir mis obligaciones con orgullo y ejercer mis derechos con agradecimiento.

sábado, 17 de marzo de 2012

233. El libro mágico.

Mi vecina ha regalado a mi hija C.M. un diccionario. Y desde que lo tiene no hace más que leer definiciones.

- "¿Papá, tu sabes que es un aguacero?"
- "Claro, hija, claro".
- "Pues aquí en mi libro mágico dice que es..."


Y no había hecho más que terminar la definición cuando empezó a caer una chupa de agua de impresión.

Y entonces C.M. mira por la ventana y sonríe con expresión de triunfo.

- "Soleado: "1. Tiempo con sol y sin nubes"

E inexplicablemente, volvió a lucir el sol.

Y ella sonríe de nuevo y se va a su habitación. Y yo me quedo pensando qué fue primero, si los conceptos o las palabras. Si le pusimos un nombre a lo que ya existía o todo empezó a existir al nombrarlo...


Al cabo de un rato oigo su voz mientras baja por las escaleras.

- "Papá, ¿sabes que es un terremoto?
- NOOOOOOOOOO

viernes, 16 de marzo de 2012

232. De bonus y loterías.

Las noticias:

1. El 12 de julio de 2011, un matrimonio escocés, fue premiado con 185 millones de euros en el mayor premio de la historia de Euromillones. El matrimonio lo celebra haciendo un viaje a algunos países lejanos y, como única extravagancia conocida, comprando un palco del Futbol Club Barcelona.

2. A principios de 2012, el CEO de Anheuser-Busch InBev recibe un bonus de 133 millones de euros. Lo celebra brindando ante la prensa con una cerveza que NO produce su empresa, concretamente una Heineken.

Cuando alguien, por casualidad, acierta la exacta combinación de cifras del sorteo de Euromillones, la gente acude a la administración de lotería donde se selló el boleto, donde hay fiesta. Allí está la prensa, las cámaras de la televisión, e incluso personas que no tienen nada que ver con el premiado, celebran la suerte del afortunado. Los periódicos, entonces, aconsejados por sicólogos y por la Policía, deciden ser discretos y no revelar la identidad de los afortunados a menos que ellos lo quieran, para evitar que dichas personas sean acosadas tanto por la prensa, como por conocidos, asociaciones, ONGs, iglesias y para protegerles de posibles extorsionadores e incluso de los bancos. Y se llenan los periódicos de páginas en las que personas famosas y anónimas son entrevistadas con la pregunta: "¿Y qué haría usted con todo ese dinero?" Y hasta llega a ser noticia de portada de los principales telediarios y en los programas de cotilleo, se habla sobre el tema. Y la gente sueña, que soñar es gratis, que darían una vuelta al mundo, o que comprarían este o aquel vehículo deportivo o que se harían una lujosa casa en la playa, con vistas al mar. La mayoría de las personas, después de esto, seguirían sin saber que hacer con el resto de los 180 millones, porque quien no está acostumbrado a manejar estas magnitudes no se hace una idea de lo difícil que es gastar 185 millones de Euros. No falta quien dice que el dinero no lo es todo y que la felicidad no se escribe con muchos ceros detrás.

Pero si un chico de humilde cuna se esfuerza para hacerlo lo mejor posible en la escuela y tras años de trabajo duro, de aguantar a gente desagradable y de pasarse largas noches sin dormir haciendo presentaciones en powerpoint, consigue llegar a ser el máximo gestor (Chief Executive Manager) de la cervecera más grande del mundo y recibe, como premio por una gigantesca reducción de la deuda de la empresa, un pequeñísimo porcentaje de los enormes beneficios que él, a base de cebada, levadura y hojas de cálculo, ha conseguido para su empresa, todo el mundo se cree con derecho a tirarse al cuello "de ese hijoputa."

Yo siempre me he preguntado por qué esto es así, sin encontrar la respuesta. Hoy, leyendo el artículo de Guillaume Van de Stighelen en el periódico De Morgen, del que he tomado una parte para escribir esta entrada, he visto la luz.

Muchas personas, en su fuero interno, abrigan la esperanza de que es posible, para ellos, aunque la probabilidad es casi despreciable, ganar un premio de la lotería de muchos millones de euros. Pero conseguirlo a base de esfuerzo, talento y superación solo está al alcance de unos pocos. Y eso hace que la gente reviente de envidia.

Tengo la esperanza de que algún día se celebrarán los éxitos ajenos basados en el esfuerzo y la superación como se celebran los premios de lotería, pero creo que para eso, los años que la Biblia dice que vivió Matusalén serán pocos. Así que mi esperanza es tan vana como la de que me toquen cien millones de euros a la lotería, teniendo en cuenta que nunca juego.

martes, 13 de marzo de 2012

231. Crisis. ¿Qué puedo hacer yo?: Transmitir conocimiento.

He aquí la noticia:
 
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/13/alicante/1331627015.html#comentarios

Esta noticia muestra cómo personas que tienen un cierto conocimiento lo transfieren a otras que tienen intención de aprender. Y además lo hacen de forma voluntaria y sin remuneración.

¿Qué sabe usted que podría ayudar a desempleados a encontrar un trabajo? Pues dedique algunas horas a la semana a enseñarlo a personas de su entorno que tienen dificultades para encontrar trabajo. Y olvídese de la remuneración. Hágalo de forma gratuíta para personas que no pueden pagarlo. Al fin y al cabo, estará contribuyendo a mejorar las posibilidades de que personas dependientes se conviertan en independientes y cotizantes tanto a la Hacienda Pública como a la Seguridad Social, lo cual, a medio y largo plazo, revertirá de nuevo en usted en forma de mejores servicios y mejores pensiones.

Enseñar un idioma es el caso más obvio pero hay otros muchos como enseñar a vender, a comprar barato, a ahorrar, a invertir lo ahorrado, a establecer relaciones laborales, a buscar empleo o mejor aún, a crearlo, a presentar proyectos, a hacer planes de negocio...(rellene usted los puntos suspensivos).

Así, entre todos, no solo salimos de la crisis sino que creamos una sociedad post-crisis, más justa y más amable.


viernes, 9 de marzo de 2012

230. Rompiendo tópicos: El cuasi-daltonismo de los varones.


Como chiste es muy gracioso. La mujeres, dicen, tienen una estructura mental que les permite apreciar más colores que los hombres.

No estoy de acuerdo. La capacidad de percibir la diferencia entre los diversos colores no es una cualidad innata sino el resultado del entrenamiento desde edad precoz y de tener un vocabulario específico suficientemente amplio para llamar a cada color por su nombre.

Siempre que oigo hablar de la capacidad superior de las mujeres para la percepción de los colores, me acuerdo de mi abuelo. Mi abuelo tenia una mercería y vendía en ella, entre otras cosas, bobinas de hilo de colores. Desde los seis años, mi abuelo me enviaba una vez al mes a la tienda de telas de Francisco R. a buscar la "carta de hilaturas" (la carta de colores de Hilaturas Fabra y Coats, empresa catalana que fue referencia en el mercado nacional de hilo de coser y ahora es una multinacional con presencia en 60 países), frase que yo repetía con precisión, recibiendo como premio un triptico lleno de pequeñas tarjetitas con una enorme variedad de colores. Y yo recorria los escasos cuatrocientos metros entre la tienda de telas y la mercería de mi abuelo mirando aquellos colores y aprendiendo la sutil diferencia entre ellos. No había niño en el pueblo que hubiese visto más colores que yo, colores que aprendí yendo y viniendo entre las dos personas que más sabían de colores del pueblo, curiosamente, dos varones.

Dicen que los inuit pueden distinguir hasta 20 tonos distintos de blanco. ¡Vaya tontería! ¿y eso para qué sirve? En nuestro entorno, a no ser que seas un decorador de esos que hacen virguerías con el blanco roto, esta habilidad tiene poca utilidad. Para un inuit, sin embargo, es una cuestión de vida o muerte pues le permite distinguir entre un montón de nieve y un oso polar, saber sobre qué hielo se puede caminar y qué hielo tiene un grosor suficientemente pequeño como para poderlo perforar para pescar. Por cierto que, teniendo en cuenta que entre los inuit los que cazan y pescan son los varones, es muy probable que quienes tengan esa capacidad de distinguir los 20 tonos de blanco sean los varones y no las mujeres.

Cuando un varón es entrenado para la percepción, iguala (y con frecuencia supera), a la mujer en todos los sentidos corporales. Sumilleres, perfumistas, modistos, músicos, pintores, cocineros, masajistas, escultores...y podría continuar con una larga lista de profesiones basadas en la percepción que tienen con frecuencia a varones como referente de la misma.

Volviendo al tema de los colores, la clasificación que se menciona, incluso la del lado izquierdo me parece poco precisa. He visto pocas uvas de ese color, las fresas tienen un rojo más intenso, la única miel que tiene tono verdoso es la del tilo (y su color es más oscuro que el que se muestra) y los melones presentan una gran variedad de colores, tanto por dentro como por fuera. Por último, si me encuentro una lima de ese color en el supermercado será en la seccion de juguetería....Lo dicho, un buen chiste.

Si queríamos precisión en los colores pues ahi tenemos las clasificaciones RAL y Pantone, por cierto, ambas compiladas y ordenadas por la iniciativa de varones. Y mi amigo Kikás, ese que dice que no entiende de colores, tiene una deliciosa entrada en su diario que demuestra que ser capaz de distinguir unos colores de otros es una cuestión de interés y oportunidad.