Mi casa de España, situada en el primer piso de un edificio de dos plantas, se reformó mientras yo estaba viviendo en Bélgica. Conocía la trayectoria del constructor y tenía buena fama, pero nunca había hecho una obra para mí, así que tuve una conversación con él. Le manifesté mi desconfianza y la respuesta de Pepe, el capataz de la constructora, fue pronta y clara:
- Y si surge algún problema, ¿qué vais a hacer para resolverlo?
- Lo que haga falta.
Entregué la llave al constructor y dos meses después me la devolvió, junto con una factura (con IVA, por supuesto). La obra estaba terminada a tiempo y dentro del presupuesto.
Caroline Jacobs, directora de RRHH de la empresa holandesa ZF Marine todavía se está recuperando de la impresión que le produjo Lo, un solicitante de empleo que entrevistó hace unos días. ZF Marine es una empresa especializada en la fabricación de propulsores cuya factoría holandesa está situada en una isla en la confluencia del Lek con el Nieuwe Maas aquí. Como podéis ver, la isla está unida al "continente" por un puente.
La señora Jacobs recibió una llamada de la recepcionista quien no podía aguantarse la risa. Lo (nuestro protagonista) había llegado a la recepción tiritando de frío, con el cabello, los zapatos y los calcetines completamente empapados y una sospechosa bolsa de basura chorreante en la mano.
Para entender el lamentable estado en que se presentó Lo en la recepción de ZF Marine, hay que retroceder un poco en la historia (un flash back, para los que sepan inglés).
Resulta que el puente que une la isla con la orilla del Nieuwe Maas está en obras. Eso imposibilita el acceso a la isla durante una buena parte del día. Lo llegó al puente y un empleado de la constructora le echó el alto. La conversación debió ir más o menos así.
- No se puede pasar.
- No tengo más remedio que ir a la isla pues tengo una entrevista de trabajo.
- Pues entonces tendrá que ir nadando.
Ni corto ni perezoso, el solicitante de empleo del año pidió una bolsa de basura, se desnudó y en calzoncillos cruzó a nado la distancia que separa la orilla de la isla. La distancia no es muy grande pero esta semana ya está helando en Holanda así que el agua debía de estar bastante fresquita.
"¿Le ha caído un chaparrón?", preguntó la directora de personal.
En la presentación y tras conocer la peripecia de Lo, la señora Jacobs le dijo que "desde luego, se ha ganado usted el puesto". "En el momento en que se lo dije era, por supuesto, una broma, pues se trata de un puesto muy especializado para el que el listón está muy alto".
No obstante, parece ser que Lo, que es ingeniero aeronáutico y aeroespacial, tenía suficiente cualificación para el trabajo pues empieza a trabajar el uno de noviembre.
"En cualquier caso", dijo la Sra Jacobs, "no hay ninguna duda sobre su perseverancia".
Las personas como Pepe y Lo, dispuestas, literalmente, a "lo que haga falta" para conseguir sus objetivos, transforman por completo las organizaciones para las que trabajan. Podríamos decir que son imprescindibles para el éxito de dichas organizaciones. Sin embargo, en la educación y en la formación no se insiste suficientemente en la importancia de hacer "lo que haga falta" para alcanzar los objetivos y menos aún, en la importancia de hacer "lo que haga falta" para cumplir con la palabra dada. En Holanda hay un alto porcentaje de personas con esa mentalidad de "lo que haga falta". Los holandeses prometen poco y no tienen ningún problema en decirte que no cuando les pides algo que no les conviene, no saben, no pueden o no quieren hacer. Y aprecian tu sinceridad cuando tú les dices que no. Lo que no toleran de ningún modo, es que digas que vas a hacer algo y luego no lo hagas. "Afspraak is afspraak" dicen los holandeses, frase que se podría traducir por "lo prometido es deuda". Y para conseguir cumplir con sus promesas hacen siempre "lo que haga falta".
En todas las familias, en todos los equipos, en todos los clubes deportivos, en todas las organizaciones, en todas las empresas y en todos los países hay personas que hacen "lo que pueden" y otras que hacen "lo que haga falta". Lo que separa a los que que tienen éxito de los que fracasan es el porcentaje. Y, a veces, un 1% extra de personas perseverante es todo lo que hace falta.
viernes, 16 de octubre de 2015
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