Hace un mes leía en la prensa que un científico recibía un premio con estas palabras u otras parecidas: "Muchas gracias por el premio, pero mi contrato expira el mes que viene.
El mismo gobierno que lo premiaba, establecía los recortes que llevaban a su despido. Eso se llama "agradecer los servicios prestados". Al final, como científico, es lo mejor que le podría pasar.
El mismo gobierno que lo premiaba, establecía los recortes que llevaban a su despido. Eso se llama "agradecer los servicios prestados". Al final, como científico, es lo mejor que le podría pasar.
No es cierto que la inversión en investigación esté disminuyendo en su conjunto. En realidad, solo está disminuyendo la inversión pública, de forma sistemática, desde hace muchos años (no solo con este gobierno, quiero decir). Es mi opinión personal que estos científicos no deberían estar preocupados. O bien el sector privado los absorberá, o bien emigrarán al extranjero, donde la ciencia se valora mejor, los sueldos son más altos y los perros se atan con longaniza (incluso aunque hay estudios que demuestran que, en un 99,99% de los casos, se la comen y se escapan). Como emigrante, no entiendo que un científico (y cualquier otra persona) vea la emigración como un destierro y no como una oportunidad. Otra cosa son las consecuencias para nosotros, como país, de fomentar políticas de expulsión de nuestros mejores cerebros. O sea, que no lloro por el científico, sino por un país donde la ciencia no tiene relevancia internacional.
Claro que hay una diferencia entre la ciencia privada y la pública: la primera está orientada a obtener un resultado patentable, la segunda, no. Recuerdo una entrevista a un importante científico español (poco antes de jubilarse), cuyo nombre he olvidado: "Después de toda una vida dedicado a la ciencia", decía, "lo único que lamento es no haber descubierto nada relevante". La pregunta, claro está, es si merece la pena mantener a cargo de los presupuestos del Estado a un nutrido grupo de personas muy inteligentes y capaces, aplicando el método científico, sin exigir que lo que descubran tenga una aplicación monetizable. En mi opinión, la respuesta es sí. Necesitamos científicos independientes que estudien continuamente si aquello que experimentamos como realidad lo es o forma parte de una combinación de propaganda, intereses económicos y publicidad interesada. No solo debería existir un cuerpo de funcionarios científicos sino que debería destinarse a dicho cuerpo una partida de presupuesto importante, probablemente más importante que la actual de educación, que es muy exigua. Porque es muy importante contar con un cuerpo científico PUBLICO E INDEPENDIENTE, que nos diga que lo que los científicos (y no tan científicos) de la empresa privada (cuya función es demostrar que la verdad científica es aquello que le conviene a la empresa para la que trabajan) nos cuentan, se ajusta al método científico y no es una manipulación interesada. E incluso, debería estudiar si lo que conocemos como método científico nos sirve verdaderamente para interpretar la realidad que nos circunda e incluso para etiquetar algo como real. Pero para eso hace falta que los políticos que nos gobiernan estén interesados en proteger al ciudadano y no a las multinacionales.
Idealmente, junto a este cuerpo científico público, deberían existir universidades dignas de ser llamadas así que, a su vez, cuenten con un grupo de científicos en cada cátedra. Y que en dichas cátedras se valore el mérito académico y profesional y no la capacidad para hacer amigos o la afiliación política.
Desafortunadamente, la mayoría de estas cosas no se arregla solo con dinero.
Como pais es una autentica tragedia. Porque incluso, los politicos que mandamos a emigrar, solo emigran de martes a jueves...y asi es imposible...
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