En los Países Bajos se está formando un gobierno que no es rojo ni azul sino la mezcla de los dos, o sea un gobierno como llaman aquí, paars, que quiere decir violeta.
El gobierno se forma con los dos partidos que han obtenido más votos en las elecciones: el partido VVD, de orientación liberal, que podría equivaler a lo que en su momento fue en España el Partido Liberal y el PvDA (Partido del Trabajo) que es como suena, un partido que podría equivaler a nuestro Partido Socialista obrero español ya que el Partido Socialista Neerlandés equivale a nuestra Izquierda Unida.
Es, por lo tanto, una coalición formada por un partido de centroderecha y uno de centroizquierda.
Esto significa que tienen que pactar, algo a lo que los neerlandeses están acostumbrados. De hecho, creo que la vida de los neerlandeses consisten en pactarlo todo, explicarlo todo, llegar a un acuerdo y entonces, y solo entonces, empezar a trabajar. Puede ser agotador, visto para alguien que es de fuera, pero lo cierto es que, una vez que se ponen de acuerdo, reman todos en la misma dirección.
Ambos partidos están de acuerdo en que hay que recortar, los liberales lo tienen claro de siempre, el dinero está mejor en manos de los ciudadanos que en manos de los políticos. Sin embargo, los socialistas piensan que, si bien hay que recortar, los recortes tienen que hacerse de forma proporcional y procurando no afectar al gasto social. Curiosamente, ambos partidos están de acuerdo en que en lo que no hay que recortar es en Defensa, Justicia, Orden Público e Inmigración. ¿No será que son todos unos fachas, estos holandeses?
Pero lo más sorprendente es que han llegado al acuerdo de reducir la administración pública. Así, el número de provincias pasará de 12 a 5 y agruparán todos los municipios de modo que no haya ninguno que tenga menos de 100.000 habitantes. Hay que tener en cuenta que, de los 415 municipios que tienen los Países Bajos, solamente 25 tienen más de 100.000 habitantes, es decir, que la medida supone una reducción importante de alcaldes (que en los Países Bajos no son elegidos mediante elección pública sino mediante un proceso de selección, semejante al de una empresa privada, como los demás funcionarios, por cierto) y de concejales, así como de asesores, empresas municipales y funcionarios de la administración local. Y lo quieren hacer en menos de dos años.
Por supuesto que esto no impide la contestación social que supondrá, por ejemplo, la eliminación del transporte gratuíto para estudiantes (que, de repente, tendrán que pagar un par de cientos de euros más cada mes), la supresión de la desgravación por vivienda o la obsesión igualadora del Partido del Trabajo, que ha conseguido que, a partir del año que viene, los seguros privados cobren más a los que tengan más ingresos (con la pretensión de extenderlo a otros servicios), como si curar una tosferina fuese más difícil si ganas 40.000 euros al año que si ganas 24.000. El resultado, como siempre, será elevar la carga fiscal sobre aquellos que no son tan ricos como para que les sobre ni tan pobres como para recibir subvenciones. Siempre el mismo Atlas, cargando con el mundo a cuestas.
Pero, por lo menos, nos queda el consuelo de que el dinero no se va a gastar en administraciones inútiles, como pasa en cierto lugar de Europa, de cuyo nombre... ya me cuesta acordarme.
El gobierno se forma con los dos partidos que han obtenido más votos en las elecciones: el partido VVD, de orientación liberal, que podría equivaler a lo que en su momento fue en España el Partido Liberal y el PvDA (Partido del Trabajo) que es como suena, un partido que podría equivaler a nuestro Partido Socialista obrero español ya que el Partido Socialista Neerlandés equivale a nuestra Izquierda Unida.
Es, por lo tanto, una coalición formada por un partido de centroderecha y uno de centroizquierda.
Esto significa que tienen que pactar, algo a lo que los neerlandeses están acostumbrados. De hecho, creo que la vida de los neerlandeses consisten en pactarlo todo, explicarlo todo, llegar a un acuerdo y entonces, y solo entonces, empezar a trabajar. Puede ser agotador, visto para alguien que es de fuera, pero lo cierto es que, una vez que se ponen de acuerdo, reman todos en la misma dirección.
Ambos partidos están de acuerdo en que hay que recortar, los liberales lo tienen claro de siempre, el dinero está mejor en manos de los ciudadanos que en manos de los políticos. Sin embargo, los socialistas piensan que, si bien hay que recortar, los recortes tienen que hacerse de forma proporcional y procurando no afectar al gasto social. Curiosamente, ambos partidos están de acuerdo en que en lo que no hay que recortar es en Defensa, Justicia, Orden Público e Inmigración. ¿No será que son todos unos fachas, estos holandeses?
Pero lo más sorprendente es que han llegado al acuerdo de reducir la administración pública. Así, el número de provincias pasará de 12 a 5 y agruparán todos los municipios de modo que no haya ninguno que tenga menos de 100.000 habitantes. Hay que tener en cuenta que, de los 415 municipios que tienen los Países Bajos, solamente 25 tienen más de 100.000 habitantes, es decir, que la medida supone una reducción importante de alcaldes (que en los Países Bajos no son elegidos mediante elección pública sino mediante un proceso de selección, semejante al de una empresa privada, como los demás funcionarios, por cierto) y de concejales, así como de asesores, empresas municipales y funcionarios de la administración local. Y lo quieren hacer en menos de dos años.
Por supuesto que esto no impide la contestación social que supondrá, por ejemplo, la eliminación del transporte gratuíto para estudiantes (que, de repente, tendrán que pagar un par de cientos de euros más cada mes), la supresión de la desgravación por vivienda o la obsesión igualadora del Partido del Trabajo, que ha conseguido que, a partir del año que viene, los seguros privados cobren más a los que tengan más ingresos (con la pretensión de extenderlo a otros servicios), como si curar una tosferina fuese más difícil si ganas 40.000 euros al año que si ganas 24.000. El resultado, como siempre, será elevar la carga fiscal sobre aquellos que no son tan ricos como para que les sobre ni tan pobres como para recibir subvenciones. Siempre el mismo Atlas, cargando con el mundo a cuestas.
Pero, por lo menos, nos queda el consuelo de que el dinero no se va a gastar en administraciones inútiles, como pasa en cierto lugar de Europa, de cuyo nombre... ya me cuesta acordarme.