Dice una antigua historia india que seis hombres ciegos encontraron un elefante. Cada uno de ellos dio su propio análisis de qué a qué se parecía aquel ser que habían encontrado.
El que se acercó por el lateral, dijo que un elefante era como un muro.
Otro tocó un colmillo y concluyó que un elefante era como una lanza curvada.
El tercero tomó en sus manos la trompa y dijo que un elefante era como una serpiente.
El cuarto tocó la rodilla del elefante y llegó a la conclusión de que el elefante se parecía mucho a un arbol.
El quinto tocó una oreja que de inmediato se puso en movimiento, produciendo algo de viento que notó en su rostro. Y entonces pensó que un elefante era como un ventilador o un gran abanico.
Y el último se acercó por detrás y tocó la cola y dijo que el elefante era como una cuerda.
En muchas ocasiones, las disputas que se producen en nuestro entorno y en nuestra sociedad provienen de tener distintas experiencias a la hora de acercarse a una situación. Como cada uno ve la situación de una manera, y cada uno hace de su experiencia verdad absoluta se tornan todos incapacitados para ver la experiencia de los demás. Evidentemente, para ver el conjunto lo mejor sería no estar ciego y verlo todo con una cierta distancia. Pero esto no se consigue tan fácilmente y para ello no basta escuchar todas las versiones.
Escuchar a los seis ciegos explicar lo que es un elefante se podría comparar a escuchar a seis políticos de seis partidos distintos. Teniendo cada uno de ellos una visión parcial de la situación, proporcionada por su propia ceguera (intencionada), el escucharlos a todos no te proporciona una visión adecuada de la situación social al igual que escuchar a los seis ciegos no te lleva a conocer qué es un elefante ya que un elefante no es un muro grueso, con lanzas curvadas y una serpiente en la cara anterior, con ventiladores en los laterales, sostenido por cuatro árboles y con una cuerda en la cara posterior.
Evidentemente, la única manera de entender qué es un elefante es tomar la posición del narrador que observó y escuchó en la distancia la disputa de los ciegos. El observador que miró al elefante, encontró ridícula la disputa de los ciegos. Igualmente la única manera de saber cómo es nuestra sociedad es observarla directamente, a ser posible desde una cierta distancia (emocional e intelectual, no hace falta que os vayáis al extranjero) y dejar de escuchar a los políticos, a no ser que lo hagamos para reírnos de su ridícula ceguera.
La próxima semana hablaré de la procrastinación.