domingo, 14 de abril de 2013

280. El día en que intenté comprar un negro.

Aquí va mi entrada, prometida a Kikás, a cambio de su aventura mejicana que aquí está: http://dakipalla-kikas.blogspot.nl/2013/04/prende-y-apaga-o-un-paseo-por-las.html




Esta entrada es un ejemplo de las dificultades que pasamos los emigrantes para hacernos entender. Quizá os ayude a entender (y compadecer) a los emigrantes que están entre vosotros y que, con frecuencia, no gozan de vuestra comprensión por su extraño comportamiento.

Las vacaciones se aproximaban y ya no podía contar con el Volvo 850 de mi suegro (en cuyo maletero cabían dos suegras acostadas), que hubo que jubilarlo tras un encontronazo con un motorista que conducía en dirección contraria por el carril bici. El nuevo Volvo V50 es muy bonito y gasta menos que un mechero, pero no es tan amplio como el 850, así que me ví en la necesidad, teniendo que transportar tres niñas y su impedimenta, de comprar un cofre de techo.

Lo busqué en Marktplaats (el equivalente neerlandés de Segunda Mano) y encontré uno a buen precio en un pueblo a las afueras de Amberes. De camino, iba ensayando, con mi aún mediocre neerlandés, lo que tenía que decir.

Me costó un poco encontrar el sitio. Llamé al interfono y una voz femenina contestó.

- Si.
- Buenas tardes, ¿el Sr. M?
- Sí, aquí es, el Sr. M. es mi marido.
- Que venía a buscar el cofre que venden ustedes.
- ¿Cómo?
- Sí, el cofre. Ustedes venden un cofre, ¿no?
- Muy gracioso.

Y colgó.

Yo, sin entender nada, volví a llamar.  Esta vez contestó el Sr. M.

- ¿Sí?
- Que soy yo, el del cofre.
- ¿Nos va a dejar en paz?

Volvió a colgar.

Treinta segundos después, apareció en el portal un flamenco (de Flandes, no de los de guitarra y quejío) más calvo que yo, que ya es decir, con los ojos rabiosamente azules en el centro e inyectados en sangre por los bordes. Las venas de la frente parecía que le iban a estallar.

- Oiga, ¿quiere dejar de molestar con sus bromas de mal gusto o llamo a la Policía?.

Yo sin entender nada, me puse nervioso y no acertaba con las palabras. Así que haciendo más aspavientos que un italiano empastillao, le dije:

- Pero oiga...que yo he quedado con usted... en que me vende... un cofre para llevar las maletas ....encima del coche.

- ¡Eh! ¿Para llevar las maletas? ¿Encima del coche?

Y empezó a reir sin parar. Y yo empecé a mosquearme.

- ¿Oiga, se puede saber que es tan gracioso?

Cuando pudo parar de reír, me lo explicó.

Y es que resulta que la palabra "kofer" se parece mucho a "kaffer" que significa "cafre", que como probablemente sabéis es un antiguo nombre que se aplicaba a las personas de la etnia bantú y que, actualmente, en holandés, es la palabra que se utiliza para referirse de forma despectiva a las personas de raza negra.

O sea, que sin saberlo, estaba intentando traficar con seres humano. Menos mal que mi interlocutor no era de raza negra, que si no, igual no lo estaría contando.