Dicen los especuladores que las ganancias no se hacen cuando se vende sino cuando se compra. Y que el mejor momento de comprar es cuando se habla de sangre, sudor y lágrimas. Sin sangre, sudor y lágrimas, no hay negocio. Hoy en día, como hemos visto, no hace falta una guerra para que haya sangre, sudor y lágrimas, basta con estrangular al pueblo agarrándolo por los...créditos
Grecia está en ese punto. La bolsa ha caído un 95% y ha empezado a remontar. El pueblo griego está jodido pero el Estado tiene equilibrio presupuestario, estamos muy cerca de que la gente pague por trabajar y las empresas empiezan a ser competitivas otra vez, por lo que las exportaciones están a punto de superar a las importaciones. Es buen momento para especular allí. De hecho, no sería nada extraño obtener en los próximos tres años rentabilidades de un mil por ciento. O de un cienmil por ciento, teniendo en cuenta el apalancamiento de los derivados, que para eso sí hay crédito.
En España, sin embargo, todavía no. Y parece mentira porque la mayor parte de las empresas del IBEX35 tienen una rentabilidad por dividendo por encima del 5%. En algunos casos como Telefónica, Santander o BBVA más de un diez por ciento. Creo recordar que la última vez que lo miré, hace tres días, la rentabilidad por dividendo de Iberdrola superaba el 15%.Y, sin embargo, todavía no es el momento de especular. Hace falta más sangre, sudor y lágrimas.
Y en medio del pánico, llegará un momento en que las empresas españolas serán tan baratas que cualquiera (cualquiera que tenga dinero para comprarlas, claro) las va a comprar (relativamente) por cuatro perras. Y serán una buena inversión, quizá entonces el rendimiento por dividendo sea del 20%. Y es que, con excepción de Grifols e Inditex, todas las empresas del Ibex 35 cuestan hoy en día menos que lo que costaban hace cinco años y su precio seguirá bajando en los próximos años. Claro que se podría decir que esto no tiene nada que ver con la sangre, el sudor y las lágrimas sino con el hecho de que Grifols e Inditex son empresas de verdad, mientras que el resto no lo es. El Ibex 35 está constituido fundamentalmente por constructoras, empresas que dan servicio a constructoras, oligopolios consentidos por la administración (que invierten en constructoras) y bancos que invierten en y prestan a los otros grupos. Un club en el que una mano tapa a la otra, empresas-burbuja cuyo modelo de negocio consiste en valerse de decisiones administrativas para echar a la competencia o para conseguir revalorizaciones en actuaciones que poco tienen que ver con el ejercicio empresarial y mucho con el "establecimiento de relaciones" con los poderes públicos (el famoso lobbying, o corrupción, para los que no sabéis inglés). Por eso, el modelo económico español es un modelo "gaseosa": agua, aire y mucho azúcar para que no se note que no es más que agua y aire. Dentro de un año o dos, o cinco, las empresas españolas costarán lo que valen y alguien las comprará, bien baratitas.
Ya que vamos a ver la sangre, el sudor y las lágrimas, por lo menos que sirva para algo. Por ejemplo, para darse cuenta de que este modelo corrupto-capitalista no funciona. Porque lo que está pasando es que en el sistema corrupto-capitalista actual, la administración está interviniendo contínuamente en el mercado y, francamente, creo que lo hace mal. Con la excusa de proteger (si es que es esa la intención de los políticos) al administrado, obtiene el efecto contrario: la protección de la empresa oligopolista. Y en un mercado de oligopolio, casi cualquier empresa es buena hasta que se enfrenta a la realidad y se da el batacazo.
Hay muchas cosas que tienen que cambiar. España necesita empresas y empresarios de verdad de los que tienen una idea de negocio y la llevan a la práctica sin esperar a que ninguna entidad pública tome una decisión que les dé un privilegio que les permita el acceso a un nicho de mercado en exclusiva. Empresas que ganan dinero compitiendo en un mercado libre, un mercado capitalista de verdad, no un mercado protegido por la acción de la administración.
Pero no solo eso. Es que es tremendamente triste vivir en un sistema en el que, para ganar dinero, hagan falta la sangre, el sudor y las lágrimas. Un sistema que, para ganar dinero, tenga que tener a millones de personas con miedo a sufrir pobreza, paro y marginación, incluso aquellas que no han sufrido nunca nada de eso. Un sistema, además, en el que el único dios es el dinero, no solo para los de arriba, sino también para los de abajo. Un sistema además, diseñado al mismo tiempo para hacer que los ciudadanos participen en un modelo financiero del que no entienden nada y en el que son presa fácil.
El modelo no se romperá por arriba: hay demasiados intereses creados. El modelo se romperá por abajo, cuando los ciudadanos se sacudan el miedo y entiendan, de una vez por todas, que el deseo de acumulación de bienes materiales no les proporciona más libertad, sino menos. Puestos a acumular algo, acumulemos buenas relaciones, amigos, cultura, arte, descubrimientos, emociones, momentos de generosidad y buenas ideas para hacer nuestra vida (y la de los demás) más segura, más amable, más divertida. Una vida que merezca la pena vivirla, disfrutando de todas esas cosas que son mucho más importantes que tener una casa en propiedad (con una hipoteca a 40 años), un todo terreno, ir de vacaciones tres veces al año y viajar mucho (esto último, que lo haga Kikás y luego nos lo cuente).
Y todo con calma, sin derramar una solo gota de sangre y el sistema caerá, por sí solo.