miércoles, 29 de septiembre de 2010

190. Las claves del éxito: entusiasmo, persistencia, decisión.

He llegado a la conclusión de que el mundo no es de los inteligentes ni de los trabajadores, ni de los capaces. El mundo es de los que deciden rápido, se lanzan con entusiasmo hacia el objetivo decidido y continúan hasta que lo consiguen.

De todo esto, tres ejemplos extraídos de mi propia experiencia:

1. Entusiasmo.

Hace unos días, ayudando a mi hija mayor a hacer los deberes y en el marco de un ejercicio de algo parecido a lo que nosotros llamamos Ciencias Sociales, me preguntó si yo sabía cuáles fueron las primeras palabras que ella pronunció.  -Mamma, pappa, oma (mamá, papá y abuela, en holandés), dije, ocultando la vergonzosa realidad. Porque las primeras palabras de mi hija fueron muy otras.

Tenia C.M. ya 20 meses y aún no había dicho una palabra en claro. Eso sí balbuceaba mucho y no se callaba ni debajo del agua, pero nada inteligible. Tanto educadores como médicos nos habían dicho que no nos preocupásemos. Que hay niños que empiezan a hablar antes y niños que después...y bla, bla. Pero mi madre y mi suegra nos tenían ya la cabeza como un bombo: que a ver si esa niña no va a estar bien, que si había que ir a un logopeda...Dia sí y día no, vuelta la burra al trigo.

Un día,  sentado en mi coche a la puerta de casa, ví pasar a un conocido al que, digamos, no tengo en mucho aprecio. Él hizo un mohín de disgusto, como si le molestara no haberme visto a tiempo de volver la cabeza hacia otro lado. Yo, aprovechando la insonoración del automovil, agachando levemente la cabeza para evitar que pudiera leerme los labios dije:

- "¡ADIOS...CAPULLO!".

A mi espalda, una vocecita angelical me sobresaltó (pues había olvidado que ella estaba en el asiento de atrás):

- "Adioz capullo".

"Capullo", pronunciada con el sonido "ll" al modo tradicional castellano, y no "mamá" fue la primera palabra que mi hija C.M. pronunció correctamente, a la tierna edad de 20 meses. Y todo gracias al enorme entusiasmo que puse en la pronunciación de la misma.

2. Persistencia.

La primavera pasada recibí visita de Kikás en mi casa belga y se quedó a dormir. Kikás se quedó sorprendido por el entusiasmo que desplegaron mis hijas en el desayuno, girando sin parar alrededor de nuestra mesa hasta que Kikás les pidió parar "porque me estoy mareando".

Entonces S. una de las mellizas, le acercó una pelota diciendo:

- "Bal" (pelota en holandés).

Kikás, levantando el dedo índice, respondió:

- "No se dice bal, se dice pelota, PE-LO-TA"
- "Bal"  - respondió S.
- "No se dice bal, se dice pelota, PE-LO-TA"
- "Bal" - volvió a decir S.

Perdí la cuenta de las veces que la una dijo "bal" y el otro "no se dice bal, se dice pelota, PE-LO-TA", pero en un momento determinado, S. dijo:

"No dice bal, dice pelota, PE-LO-TA"

Y Kikás sonrió, con expresión de triunfo.

Por eso Kikás es un hombre de éxito, no porque sea inteligente, o trabajador (que no digo que no sea ambas cosas, no me entendáis mal) sino porque es persistente como un buey.

3. Decisión.

El mundo es de los que toman decisiones.

Por Navidad tengo la costumbre de engalanar un árbol de mi jardín, uno no muy alto, como de cinco metros, con luces blancas, de esas con intermitencia programada en varias secuencias distintas. Queda un poco hortera, pero hace muy alegre el jardín, especialmente en las frías noches invernales de Bélgica.

Colocar las luces es un ejercicio incómodo y peligroso. Quitarlas, cuando ya todo está nevado es, si cabe, aún más peligroso. Por eso suelo tardar bastante en quitar las luces, una vez pasados los Reyes Magos. Es que me da pereza.

Esto enoja sobremanera a mi mujer, por lo que me dijo que "esto no podía pasar este año, que iba a ser la última vez". No se si me rebelé inconscientemente, pero el caso es que en junio aún estaban las luces puestas en el arbol.

A finales de junio un ruido ensordecedor a las ocho de la mañana me sobresaltó. Me asome al jardín y vi el arbol caer: mi mujer había llamado a un jardinero para que cortara el arbol.

Llegué justo a tiempo para recoger las luces antes de que el jardinero metiera el árbol en el triturador.

Pues eso, en resumen, como dice el título del artículo, las claves del éxito son el entusiasmo, la persistencia y la decisión. Espero que queda suficientemente explicado por qué.